La división dialectal del español de América

La cuestión de los criterios y las propuestas para la zonificación dialectal en la América hispanohablante entronca con una vieja discusión que recorre no solo el debate lingüístico teórico sino también la opinión general: ¿qué es un dialecto? ¿cuáles son los límites entre dialecto y lengua? ¿qué razones y características se atribuyen a cada una de estas entidades?. Los fragmentos seleccionados a continuación reflexionan sobre este hecho, el primero desde la perspectiva de la división dialectal americana y el segundo desde la función misma de la dialectología.

Antes de adentrarnos en las propuestas realizadas hasta ahora, compartiremos estas dos lecturas y en clase luego de las cuales os propongo que cada uno reflexione acerca de cuál cree que es su dialecto y qué característica o características principales le atribuiría, de esta manera completamos la entrada con vuestros comentarios.

La división dialectal del español de América: reflexiones y propuesta de trabajo
Pilar García Mouton
Directora del Instituto de Filología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Madrid (España).
En Congresos Internacionales de le lengua española (cervantes.es)
(…)

¿Nuevas propuestas?

Hacer nuevas propuestas aquí y ahora podría resultar pretencioso. El tema de la división dialectal del español de América es, como ya se ha dicho, un tema clásico por resolver,
sin embargo, está claro que los acercamientos a él han ido variando. Para empezar convendría aclarar qué entendemos hoy por dialecto, porque, desde que se hicieron las
primeras propuestas, el concepto de dialecto ha evolucionado considerablemente. Sin
que haya perdido su sentido tradicional, más bien geográfico, hoy se incluye en su
significado también el sentido social. Preferimos hablar de variedad y de variación, porque dialecto es un concepto escurridizo.

En Europa, cuando hablamos de dialecto, surgen las connotaciones peyorativas, porque la referencia inmediata es a una variedad popular, de bajo nivel cultural y lingüísticamente marginal, frente a una norma culta poderosa. Cuando hablamos de zonas dialectales en América, hablamos de otra cosa: de un territorio enorme, donde el español se desarrolló en circunstancias muy diferentes de una zona a otra, con distintas fechas de introducción, distintas lenguas con las que entró en contacto, distintas geografías y una historia diferente en muchas naciones con variedades cultas a veces bien diferenciadas. Y no conviene olvidar que los rasgos dialectales son un factor de identificación cultural y de cohesión social; tampoco, que hay variedades con más o menos prestigio y variedades con más o menos poder económico.

Como en tantas otras cosas, el peligro de hablar del español de América, e incluso de
estudiarlo, desde la mentalidad española está en la distorsión que haya podido producir el aplicar en tierras americanas criterios válidos para realidades lingüísticas europeas. Y esto que en ocasiones se ha interpretado como prepotencia, casi siempre ha sido, en el mejor sentido de la palabra, un conjunto de prejuicios. Por otra parte, teniendo en cuenta que hasta hace poco en España —de todos modos, nunca tanto como en Francia, por
ejemplo— se educaba para encubrir los rasgos propios de las hablas diferentes de la considerada normativa, se puede explicar, que no justificar, la deformación de partida de quienes no creían que las variedades del español americano tuvieran derecho al uso culto.

En cualquier caso, estos prejuicios no debieran darse entre lingüistas, y menos entre dialectólogos, a quienes hay que suponer apasionados precisamente por la variación.
En América esta existencia de diversos centros de irradiación cultural ha propiciado que la variación se dé en todos los niveles, como señaló José Pedro Rona, en su profunda reflexión Aspectos metodológicos de la dialectología hispanoamericana (Montevideo, 1958). Por tanto, el estudio de las normas cultas debe hacerse también en su vertiente dialectal, sin olvidar los niveles más populares tradicionalmente estudiados por la dialectología en
Europa. El concepto de variedad o dialecto debe, pues, tomarse aquí en todas sus facetas, geográfica, cultural, política, areal. Y, junto a él, no se debe olvidar la importancia del polimorfismo, tantas veces señalado por Juan M. Lope Blanch, que, sin duda, marca una diferencia grande entre la ebullición de los dialectos americanos y la fijeza de los antiguos dialectos históricos europeos, poco relacionados con una norma externa o bien
diferenciados respecto a ella en una situación casi diglósica. Porque las variedades del español americano —cultas y populares— están tan vivas y tan en evolución como las variedades meridionales del español peninsular. Y ése es su interés principal como motor de la lengua común, sin olvidar que la nivelación que se pueda llegar a dar en el futuro
tendrá mucho que ver con el número de hablantes, desde luego, pero también con el poder de cohesión de la variedad que consiga ser reconocida por esos hablantes como norma de referencia cultural.

Criterios

Visto lo anterior, para definir áreas dialectales hay que partir de unos criterios que sistematicen la clasificación. Pero ¿cuáles fijar? ¿Por qué unos y no otros? Hasta ahora el fonético ha sido el preferido, pero tiene sus pegas; sólo el voseo, de entre los demás posibles, ha alcanzado su mismo rango. Sin embargo, el voseo, como resto de un sistema de tratamientos en reajuste, no tiene el mismo nivel social en toda América: mientras en unos países está prestigiado o tiene usos muy definidos, en otros es un rasgo marginado, casi oculto, y poco estructurado, difícil de detectar y mal conocido. Rona hizo ver que su
importancia radica en que es un elemento de perturbación en el sistema verbal con muchas consecuencias morfosintácticas.

El léxico no se ha planteado globalmente como criterio clasificatorio, aunque tiene una importancia capital. Ahora bien, hay que ser cautos en este sentido, porque no cabe duda de que no es lo mismo un léxico patrimonial que un léxico de préstamo, ya sea de lenguas amerindias con las que el castellano convivió desde el principio o del inglés que presiona en ciertas zonas y en ciertos niveles culturales, o que un léxico reciente y nivelado por una norma más o menos común.

Queda por apuntar la importancia de un criterio que considere la morfosintaxis y la estudie en profundidad, lo mismo que la necesidad de un atlas de la entonación del español en
América, a la manera del que Michel Contini ha diseñado para el área románica.
En todo caso, parece razonable presuponer que los criterios tendrían que pertenecer a todos los ámbitos de la lengua y poseer la misma jerarquía lingüística y geográfica.

(…)

Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología
Eugenio Coseriu
LEA Lingüística española actual, Nº3, 1981, pp. 1-32

Tal explicación [la del concepto dialecto] es, sin duda, necesaria y debe por lo menos intentarse, pues, …es cierto que el concepto mismo se halla muy lejos de estar firmemente establecido desde el punto de vista teórico, lo cual es motivo de frecuentes espejismos e incoherencias.

La palabra dialecto procede del griego…que significa modo de hablar y…es a su vez, un derivado del verbo…que significa hablar uno con otro…es decir, un modo común y tradicional de hablar que es un sistema de isoglosas realizable en el hablar mismo; y un sistema de isoglosas completo, es una lengua. En efecto, el concepto general de lengua es el de sistema de isoglosas comprobadas en una actividad lingüística completa, es decir, que consiente el hablar y el entender de varios individuos de acuerdo con una tradición históricamente común.

Los límites de la tradición pueden ser diversos, según los casos considerados, y hasta pueden establecerse convencional y ocasionalmente. Así, podemos hablar de la lengua de una familia, de un barrio, de una ciudad, de una región, de la lengua literaria española, de la lengua española del Siglo de Oro, etc.; todo sistema que pueda funcionar en el hablar (…) es una lengua.

Ello significa que también el concepto de dialecto cae bajo el concepto general de lengua y que entre dialecto y lengua no hay diferencia de naturaleza o sustancial. Intrínsecamente, un dialecto es simplemente una lengua: un sistema fónico,
gramatical y léxico.

Así, pues, en sentido objetivo (por lo que designa), el término dialecto -contrariamente a una opinión muy difundida- no significa otra cosa que el término lengua. Pero, si todo dialecto es una lengua, no toda lengua es un dialecto. En efecto, tanto en el uso corriente como en la lingüística, hablamos de dialectos de una lengua…En tales casos empleamos un concepto particular de lengua, que también cae bajo el concepto general de lengua como sistema de isoglosas pero no coincide con el de un sistema lingüístico inmediatamente realizable en el hablar. Se trata del concepto de lengua histórica o idioma, es decir, de lenguas cuyos límites…se hallan históricamente establecidos; en otros términos: de lenguas ya reconocidas históricamente como tales por sus propios hablantes y por los hablantes de otras lenguas… Es el concepto que se emplea también cuando se habla de las lenguas del mundo, cuando se dice que las lenguas románicas son diez, cuando se pregunta cuántas son las lenguas eslavas…etc.

En este sentido -que es, precisamente, el sentido en que estos términos se emplean en la dialectología- hay, entre lengua y dialecto, diferencia de estatus histórico (real o atribuido): un dialecto, sin dejar de ser intrínsecamente una lengua, se considera como subordinado a otro lengua de orden superior. O, dicho de otro modo: el término dialecto, en cuanto opuesto al de lengua, designa una lengua menor distinguida dentro de (o incluida en) una lengua mayor, que es, justamente, una lengua histórica (un idioma).

Una lengua histórica no es un modo de hablar único, sino una familia histórica de modos de hablar afines e interdependientes, y los dialectos son miembros de esa familia o constituyen familias menores dentro de una familia mayor.

(…)

…en todos los casos en que el criterio de delimitación es la existencia de una lengua común, los criterios del grado de semejanza intrínseca y de la intercomprensión se suspenden y quedan inoperantes (…) puede haber intercomprensión aun tratándose de lenguas históricas diferentes y, al revés, aun no habiendo intercomprensión, puede tratarse de dialectos de la misma lengua histórica.

(…)
…una lengua histórica, siendo, por lo común, un conjunto de sistemas lingüísticos interdependientes, no funciona, es decir, que no se habla, en rigor, como tal: no puede realizarse directa e inmediatamente en el hablar. En efecto, funciona (se realiza) solo a través de sus variedades : de los sistemas autosuficientes que abarque.

A este respecto se dice a veces que las lenguas no existen, que son abstracciones, y que solo existen los dialectos, que constituirían en este sentido la realidad primaria e inmediata del lenguaje…

…como la única condición para un dialecto es que se trate de un sistema de isoglosas incluido en una lengua histórica (lo cual no implica ninguna exigencia absoluta acerca de su extensión ni acerca de su configuración interna), también los dialectos pueden abarcar (…) toda una serie de variedades y, por tanto, como las lenguas históricas, las más de las veces funcionan en el hablar sólo de manera “mediata” (a través de esas variedades)…

Adviértase (…) de acuerdo con la actitud aludida, se llegaría a la conclusión paradójica de que no existen las lenguas como el español, el inglés, el italiano, etc., y solo existen las lenguas reducidas a un solo modelo de hablar (…) En realidad, el español existe como conjunto de tradiciones, es decir, bajo muchas formas, y, al mismo tiempo, como unidad ideal de estas formas.

Las variedades identificadas dentro de un dialecto serán a su vez lenguas o dialectos (…) según el punto de vista que se adopte. Se llamarán lenguas si se delimitan independientemente de su relación con otros sistemas (…); se llamarán dialectos si se delimitan directamente dentro de una lengua histórica (…) así el andaluz de Sevilla, si se considera absolutamente (…) será la lengua popular de Sevilla. Y si se considera desde el punto de vista de su estatus histórico será el dialecto de Sevilla.(…)

Es decir que tratándose de la relación lengua- dialecto y siendo el concepto mismo de dialecto un concepto relacional, (…) también la aplicación de la terminología correspondiente será relacional: los mismos términos se aplicarán a entidades diferentes y las mismas entidades se designarán mediante términos diferentes, según la relación que considere en cada caso.

62 comentarios
  1. Alba Couto dijo:

    Después de leer los fragmentos sobre este tema, la verdad es que entiendo un poco mejor la dificultad que conlleva dar una respuesta clara a éste debate.

    En mi caso considero, pues así me lo han enseñado, que el español que hablamos en Canarias es un dialecto, ya que posee rasgos, que también se comparten algunos con otras zonas, fónicos, gramaticales y léxico característico. Algunos ejemplos serían: el seseo, canarismos de diverso origen (americano, portugués, árabe, aborigen, etc.), aspiración de la consonante «s» al final de una palabra, pronunciación de la consonante «h» en posición inicial como una consonante «j» («hediondo»: jediondo), preferencia del pretérito perfecto simple en lugar del compuesto, además del uso mayoritario del pronombre «ustedes» para la 2ª persona del plural…

    • Laura dijo:

      Efectivamente, Alba, al leer sobe este tema uno llega a la dificultad como conclusión. Los rasgos que forman lo que consideras tu dialecto, caracterizan también a otros, e incluso la mayoría se podrían encuadrar en una de las más abarcadoras descripciones dialectales: la de español atlántico (en contraste con el español del centro y norte peninsular). Tu tierra cuenta con una variedad dialectal riquísima, tal vez el hecho isleño contribuye a la diferenciación, además de los intentos de conquista de varias coronas, y el sustrato indígena que le dan su variación particular. Las islas han sufrido un proceso parecido al de América, a otra escala, en algunos aspectos: tierra conquistada por la misma corona, durante el mismo siglo y en cuyas zonas el español se fue implantando según iban siendo conquistadas y siempre en detrimento de las lenguas originarias. Hay muchos rasgos comunes a lo que podríamos llamar la lengua canaria, y sin embargo la diferencia entre islas -e incluso ente pueblos- puede ser enorme.

  2. Claudia dijo:

    Yo siempre he considerado que una variante lingüística se considera dialecto cuando la persona que lo habla se entiende con hablantes de otros dialectos de la misma lengua (espero haberme expresado bien). Por mi parte, considero que hablo el dialecto del español propio de Barcelona. «Mi dialecto» incluye catalanismos, tanto de vocabulario como de estructuras sintácticas. Algunos rasgos que considero son: confusión entre «ir» y «venir» a causa de los verbos «anar» y «venir»; no se da yeísmo, se conserva el sonido [ʎ]; articulación de la s sonora [z] con mayor frecuencia, sobre todo entre vocales; el uso del pronombre posesivo en lugar del personal (“ponte detrás suyo” calcando la estructura catalana “posa’t darrera seu”); cambio de la preposición “en” por “a” en los circunstanciales de lugar/ complementos de régimen verbales (“estoy aquí, a Madrid”); uso de expresiones como «Déu n’hi do!», “hacer un café” (en vez de “tomar un café”) o “sacarse la camiseta” (en vez de “quitarse la camiseta”)…

    Por otro lado, he encontrado algunas afirmaciones interesantes en el texto. Por ejemplo: «En Europa, cuando hablamos de dialecto, surgen las connotaciones peyorativas, porque la referencia inmediata es a una variedad popular, de bajo nivel cultural y lingüísticamente marginal, frente a una norma culta poderosa». Es curiosa y cierta esta afirmación, y creo que está relacionada con la lengua de poder que ha dominado a lo largo de los siglos, es decir, que si no hablabas la lengua de los poderosos, ricos e/o intelectuales, no eras una persona “culta”.

    Otra afirmación que me ha llamado la atención es: «El concepto de variedad o dialecto debe, pues, tomarse aquí en todas sus facetas, geográfica, cultural, política, areal». ¿Hemos de considerar que las distintas variedades diafásicas y diastráticas son dialectos? Yo siempre había pensado que un dialecto era una variedad diatópica y que dentro de los dialectos encontrábamos variedades diafásicas y diastráticas.

    Por último, me gustaría apuntar algunas ideas de Coseriu: «Así, podemos hablar de la lengua de una familia, de un barrio, de una ciudad, de una región, de la lengua literaria española, de la lengua española del Siglo de Oro, etc.; todo sistema que pueda funcionar en el hablar (…) es una lengua. […] Intrínsecamente, un dialecto es simplemente una lengua: un sistema fónico, gramatical y léxico. […] hay, entre lengua y dialecto, diferencia de estatus histórico […] puede haber intercomprensión aun tratándose de lenguas históricas diferentes y, al revés, aun no habiendo intercomprensión, puede tratarse de dialectos de la misma lengua histórica». Desde mi punto de vista, dos personas que hablan dialectos de la misma lengua tienen que entenderse, sino ya no son dialectos. Por otra parte, puede haber intercomprensión entre lenguas históricas diferentes, pero nunca será de forma absoluta (los hablantes de la lengua española podemos entender un poco el italiano sin haberlos estudiado, pero no lo entenderemos todo).

    • Laura dijo:

      Clàudia, es verdad que siempre se ha considerado al dialecto como la variedad diatópica de un lugar determinado; sin embargo, una de las cosas más interesantes que reclama esta autora es la consideración global de dialecto puesto que las variedades diafásicas y diastráticas se superponen a este y son indivisibles. Acuérdate que en lengua cualquier clasificación taxonómica se topa con la realidad, mucho más compleja y diversa. Es cierto que entre dialectos debería estar asegurada la intercomprensión, pero piensa que entre dialecto y lengua histórica la diferencia muchas veces es de tiempo y lo que en un momento eran dialectos del latín, ahora son lenguas diferenciadas. Sin embargo, no me parece imposible que se entiendan más gallegos y portugueses del norte -aunque hablen lenguas históricas en principio distintas- que un costarricense y un aragonés que comparten la misma y cuyos dialectos sin embargo han crecido muy lejos el uno del otro…para pensar.

      • Clàudia Peyrí dijo:

        Hola, Laura:

        sí, puede que tengas razón en que pueden llegar a entenderse más hablantes de distintas lenguas que de distintos dialectos en algunos casos, pero esto rompe con la idea de dialecto y lengua que tenía en mente y que me habían enseñado hasta ahora, por eso me ha chocado la afirmación de Pilar García.

        Por otro lado, si tenemos en cuenta «la consideración global de dialecto puesto que las variedades diafásicas y diastráticas se superponen a este y son indivisibles», creo que cada hablante tiene su propio dialecto (si llevamos esta idea al extremo). Cada persona tiene un nivel sociocultural diferente y puede tener influencias muy variadas de los diversos entornos en los que se mueve (familiar, amistoso…), por lo que habría una variedad lingüística distinta por cada hablante.

  3. Nati dijo:

    Estos textos apuntan a la gran dificultad que entraña la delimitación de los dialectos dentro del español de Am. El primer problema es básico y conceptual: ¿qué entender por dialecto? Es lo primero sobre lo que se ha de llegar a un acuerdo en definir o delimitar para poder avanzar. Tenía la esperanza de que Cosseriu proporcionara unos criterios, al menos, como hipótesis de trabajo, pero no.
    Buscando por mi cuenta, tampoco el texto guía de A. Torres me aclara mucho más, puesto que es solo descriptivo de algunos trabajos.
    Manuel Alvar (según wiquipedia) define el dialecto como: “un sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, normalmente, con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen común.” Muy bien pero ¿a qué rasgos diferenciadores se atiende?
    He hojeado el libro de John M. Lipski (El español de América, Cátedra). Siguiendo –según dice- la mayoría de la bibliografía relevante, organiza su estudio por países y analiza cada aspecto (fonología, léxico…) con mención de las regiones pertinentes. No cabe duda de que es una forma de ordenar el estudio, pero creo que sortea el problema y no lo aborda directamente al no extraer conclusiones generalizadoras, para todo el continente. (Aunque, me pregunto, ¿será posible actualmente hacerlo o carecemos aun de datos suficientes recopilados como para realizar esa clasificación?) Me temo que nos habremos de limitar a que este tema sea meramente descriptivo de los trabajos más destacados realizados por algunos estudiosos hasta el día de hoy. En fin, Laura dirá.

  4. Laura dijo:

    Nati, efectivamente describiremos los trabajos de zonificación más relevantes sin llegar a conclusiones determinantes, todos tendrán sus fallos y sus ventajas; los rasgos diferenciadores los decidirá cada equipo o autor a la hora de delinear su propuesta, con preferencia clara a los fonéticos y morfológicos. Este tema será meramente descriptivo, como dices, si solo nos quedamos en al descripción, pero creo que lo más interesante es la reflexión sobre el objeto de estudio, y tal vez aunque se ajusten los criterios y se propongan modelos dialectales más cercanos a la realidad, como en muchas de las cuestiones humanísticas no haya nunca un consenso claro sobre ¿qué es un dialecto?. Te imaginas que si Coseriu, Lipsky y demás autores que nombras no dan en el clavo, ¿qué podré decir yo? simplemente invitarlos a pensar.

  5. Nati dijo:

    Creo que lo más interesante que podemos sacar de este tema es la reflexión que has propuesto, Laura, a raíz de los textos proporcionados. De un lado y sobre lo que hemos hablado hoy en clase: la dificultad -entiendo que no resuelta hasta la fecha- de ofrecer una definición o delimitación que sea aceptada por la comunidad lingüística o académica sobre qué entender por dialecto. `Y, sobre todo y muy importante como aportación a nuestra forma de pensar y más allá del mero conocimiento, hasta qué punto las apreciaciones subjetivas afectan a este tema por cuestión de los nacionalismos, al menos en Europa, y por nuestros propios afectos y ligámenes personales.

    Y, claro, cuando pasamos a meditar sobre la propuesta de cuál es nuestro dialecto, resulta que es el resultado de nuestra historia, según por dónde hemos pasado objetivamente, junto con nuestros apegos, es decir, todo aquello que hemos querido recoger o rechazar.

    En mi caso, me crié en Bilbao y allí hice mis primeros estudios universitarios, pero después he pasado varios años en Madrid y ahora muchos en Barcelona. Hay muchas expresiones que se me han pegado y recojo de Barcelona, pero de forma consciente hay muchas otras que intento rechazar por un cierto purismo (al igual que si hablo catalán lo hago a la inversa). La mayoría quizá son solo léxicas (lampista por electricista, paella por sartén…) pero también construcciones gramaticales. ¿Resultado? un español estándar, conscientemente desprendido de mis pecualiaridades bilbaínas -para permitir que me entiendan-, con algunos rasgos del catalán. Mi dialecto es fruto de mi historia personal y de la situación presente en cuanto que depende de las personas con que te relacionas y adaptas tu lenguaje para hacerte entender.

    En definitiva, parafraseando a Ortega: «mi dialecto es fruto de mi persona y mi circunstancia».

  6. Laura dijo:

    Dialecto: «soy yo y mis circunstancias». Buenísimo, Nati. Gracias por los comentarios

  7. Clàudia Peyrí dijo:

    Estoy de acuerdo. La definición de dialecto que ha dado Nati de Ortega me parece muy buena.

    • Iván Bono Vilar dijo:

      Magnífica definición, sin duda alguna. ¡Qué grande, Ortega!

  8. Leire Abrisketa dijo:

    Estoy totalmente de acuerdo con el discurso de Nati «mi dialecto es fruto de mi persona y circunstancia», yo también nací en Bilbao y ahora vivo en Barcelona, por lo que mi dialecto es seguramente una mezcla de rasgos de la ciudad de Bilbao y la de Barcelona, seguramente haya perdido muchos rasgos propios de la zona de Bilbao, y haya adoptado otros nuevos de la ciudad de Barcelona. No hay que olvidar que las dos ciudades están en contacto con otras dos lenguas históricas, el Euskera y el Català y yo hablo las dos. Me gustaría añadir algunos fenómenos que me han pasado cuando vine a vivir a Barcelona, al llegar, noté que la mayoría de personas no hablaban el mismo dialecto del español que yo y podía identificar a las personas que eran de fuera de cataluña sobre todo si se trataba de vascos; otra de las cosas, fue que tanto yo como la persona con la que quería comunicarme hablabamos un español más neutro. Además he notado que cuando hablo con familiares del país vasco cambio mi manera de hablar y hablo con rasgos vascos porque creo que es mi manera natural, en cambio, ellos si que notan un cambio notable en mi habla porque dicen que hablo como los catalanes. Así que mi dialecto del español es seguramente muy particular, uno de los rasgos más estendidos en Bilbao es el cambio de la estructura de la frase y también la utilización de «¿pues?» en vez de «¿porqué? «, son rasgos que creo que sigo manteniendo. En cuanto a los adoptados creo que muchos son léxicos, expresiones como «Dèu n’hi do» o » ya pliego (del trabajo)». Creo que mi dialecto ha ido cambiando a lo largo de los años por el contacto de otros hablantes y que está cambiando ahora mismo y que cambiará según el contacto que tenga con otros hablantes que no sean de mi misma zona, aunque también creo, que mantendré aquellos rasgos de mi lugar de nacimiento fijos por ser los propios, los naturales.

  9. Alejandra Torres dijo:

    Hola, la verdad es que comparto totalmente la idea de que un dialecto es fruto característico de la persona que lo habla. Y es que, como se comentó en la clase del martes, dos hablantes pueden residir en la misma ciudad e, incluso, en el mismo edificio y eso no significa que los dos hablen exactamente la misma lengua. Es ahí donde, pienso, que podríamos hablar de factores que afectan indivualmente a cada persona y que forman un dialecto propio.

    Centrándome ahora en el tema a debatir, yo soy de la isla de Ibiza, más concretamente de la ciudad de Ibiza. Yo considero que habo el dialecto ibicenco. Muchísima gente se extraña cuando va a Ibiza por primera vez y advierte que los carteles por la calle, señalizaciones en la carretera o el habla entre gente de allí no es en castellano. La frase que siempre suele oírse es: «¡Anda, sí aquí también se habla catalán!». En las baleares, las lenguas oficiales son el castellano y el catlán, aunque siendo franca, y por mucho que nos digan los libros, si se nos pregunta a los de las Pitiusas diremos que no hablamos catalán sino ibicenco, «eivissenc». Oficialmente se trata de un dialecto del catalán, situada dentro del dialecto balear. Sin embargo, podría decir que no existe ningún dialecto balear ya que la insularidad del archipiélago ha hecho que en cada isla se hayan ido creando palabras, acentos y usos de la lengua distintos. Así, aunque, por ejemplo, el ibicenco y el mallorquín puedan tener características similares, como el «article salat», son muy diferentes entre sí.

    Volviendo de nuevo al hilo de la cuestión, como decía, considero que hablo el dialecto ibicenco aunque hay ciertos rasgos que diferencian mi dialecto de, por ejemplo, una persona que habla el mismo dialecto pero que reside en la zona rural de Ibiza, a las afueras. Referente al léxico, se da el caso de la utilización de distintas palabras para querer decir lo mismo. Por ejemplo:
    ·»Olorar/Ensumar». Son términos que hacen referencia a oler algo y mientras yo utilizo la palabra «olorar», personas perteneciente al ámbito rural utilizan la palabra «ensumar».
    ·»Servir el menjar/escudellar». Estas dos palabras hacen referencia a servir la comida en el plato y de nuevo nos encontramos con esa dualidad para una misma significación.
    ·»jaleo/devesei». Aquí el primero término ya denota el significado en castellano. Se trata de un castellanismo, el ibicenco posee muchos. Aunque en el habla más rural utilizan «devesei» para referise a un gran barullo, jaleo, gran ruído.
    Y así podría seguir poniendo muchísimos ejemplos más. También hay expresiones que se utilizan de diversa manera, como por ejemplo:
    «Anar en pilotes/anar en coní». El significado de esta expresión es: «ir desnudo». Aunque en algunas ocasiones esporádicas he utlizado la expresión «anar en coní», yo suelo utilizar «anar en pilotes».
    Y otra gran aportación al léxico ibicenco es el uso del dimininutivo en ciertas palabras como muestra de cariño, más típico también de las hablas rurales.
    Algunas palabras son:
    ·»Petitiu/Petitiua»: pequeñito/pequeñita.
    ·»Pulidoi/pulidiue». Estas palabras son complicadas de traducir, «pulit» significa en ibicenco «bonito», así que la traducción al castellano sería algo como «bonitito».
    Aquí he de apuntar que yo sí utilizo estos términos por herencia de mis padres. Ellos sí oyeron en su día a sus familiares utilizarlas y la introdujeron en su vocabulario, lo mismo hice yo. A propósito de esto,hoy en día donde se mantienen y conservan las típicas palabras ibicencas es en el campo, la gente que vive allí y los ancianos que siguen utilizano ese vocabulario. En las escuelas se enseña catalán y poco a poco se está perdiendo el ibicenco típico, algo que me da verdaderamente pena porque aunque sí creo que no desaparecerá por completo sí se están perdiendo palabras y expresiones por el camino que quedan apartadas al ámbito rural. Y si se piensa detenidamente también tiene su lógica ya que la gente que se dedica los trabajos de campo y básicamente no tiene contacto con la ciudad, tan sólo para ir a comprar, la convervación de todas esas palabras es un éxito. En cambio, la vida en la ciudad es muy distinta y entran muchos factores que influyen a la hora del habla, y eso me sirve para apuntar que a lo largo de estos últimos años, en mi dialecto he introducido palabras catalanas dado que llevo varios años estudiando en Barcelona y inconscientemente se me «han pegado» ciertos términos.
    No quiero terminar sin decir que todas estas afirmaciones las hago basándome en mi experiencia y mi situación ya que,seguramente, habrá personas que no piensen de igual manera porque su situación es distinta a la mía.

    E, intentando concluír este tema, tan sólo decir en otras palabras lo que señalaba al principio: a la hora de estudiar o analizar el habla de una persona, no sólo prevalece la lengua que utiliza sino que es un conjunto de circunstancias, experiencias, situaciones e influencias, tanto hereditarias como espontáneas, lo que provoca que hablemos de dialecto.

  10. Alejandra Torres dijo:

    Había olvidado decir que, en ocasiones, aún siendo del mismo lugar (Ibiza en mi caso) al escuchar a la gente que reside en las afueras, que vive en y para el campo es difícil entender todo lo que dicen porque además de utilizar palabra distintas a las mías, hablan más rápido y cerrado. Aquí dejo un enlace de una entrevista de una mujer ibicenca a hombre de una cierta edad, ibicenco también, que vive en el campo, por si a alguien le interesa.

  11. Marina dijo:

    Hola a todos, voy a intentar explicar lo que entiendo yo por dialecto, según lo que me han enseñado algunos profesores a lo largo de la carrera.
    El profesor Ramón Almela, de la Universidad de Murcia, nos explicó en segundo de carrera la diferencia entre dialecto y geolecto, ya que para él el término dialecto también incluye los dialectos sinestráticos (sociolectos) y los dialectos sinfásicos (a los que él denominaba “fasolectos”, que se relacionan con los tipos de texto, sería lo que conocemos como registro o, quizá, estilo), aunque la verdad es que desconozco si esta terminología está extendida o no. De cualquier modo, lo que él me enseñó es que el español es un diasistema heterogéneo con muchas variaciones, una suma cohesionada de dialectos, es decir, de variedades de distinto tipo (sinfásicas, geográficas y sociolingüísticas). Es cierto que comúnmente se ha aplicado el término dialecto solamente a las variedades geográficas, pero para el profesor Almela esto se debe a que las variedades geográficas, o sea, las producidas por el factor lugar, fueron las primeras que se conocieron y se estudiaron. Pero hoy en día, cuando ya se conocen los otros dos tipos de variedades, no hay razón para excluir de la denominación de dialectos las variedades sinestráticas y las sinfásicas.
    No estoy segura de si esta observación es pertinente para nuestra asignatura, pero como en clase hemos estado hablando de dialecto siempre desde el punto de vista geográfico, he pensado que podría ser interesante aportarla.
    Además, todavía va más allá el profesor Almela al señalar que el español solamente cuenta con dos geolectos: el continental o castellano y el atlántico o meridional. Ambos se conciben a modo de agrupaciones de variedades, hechas en razón de las semejanzas generales que estos guardan entre sí. Hay dos grandes tendencias en el hablar actual del español a lo ancho de toda su geografía: «suele llamarse español atlántico al de Andalucía, Canarias, [las islas del Caribe] y las tierras bajas de América, frente al español castellano, que sería el de las tierras altas de aquel continente y el de todo el centro y norte peninsular» [Salvador, G. (1988), 77]. Esas dos tendencias tienen diferencias muy claras en la realización del sistema vocálico y del sistema consonántico; tanto para el profesor Almela como para el resto de lingüistas que defienden esta teoría, supone una razón suficiente para considerarlos geolectos.
    Por otro lado, la existencia de dos únicos geolectos no niega la existencia también de numerosas variedades, que no tienen por qué ser necesariamente geolectos. Serían variedades geográficas el español hablado en Chile, el español de México, el español de Filipinas… O bien, dentro de España, el español hablado en Andalucía, el que se habla en Castilla, el de Cataluña… etc.
    Por lo tanto, teniendo en cuenta todo esto, yo, que vengo de un pueblo muy cerca de Murcia, hablo español con rasgos propios de la Región de Murcia, es decir, la variedad murciana del español. Aunque, sinceramente, no sabría en cual de los dos geolectos incluirlo porque, si bien tenemos algunos rasgos del español meridional o atlántico (pérdida de la –s en posición final, confusión de –r y –l en posición implosiva, pérdida de la –d- intervocálica, etc.) también tenemos otros que quizá se aproximan más al español continental.
    Sin lugar a duda, es un asunto muy complicado y escurridizo.

  12. Laura dijo:

    Hola, Marina: La autora del artículo que leímos en clase, dice algo parecido a lo que dices tú, que es necesario establecer una concepción abarcativa de dialecto que incluya las variedades diastráticas y diafásicas, o sociolectos y registros (y que tu llamas dialectos sinestráticos y sinfásicos). De hecho comentamos que los intentos de zonificación hechos hasta ahora han fallado, entre otras cosas, por atender a cuestiones de variación estrictamente gramaticales y dejar fuera la variación social o de uso, inseparables de las demás. El proyecto Varilex, del que hablamos el martes, sí que tiene en cuenta un tipo de variante sociolingüística: nivel de instrucción (urbano-culto).
    Yo siempre había pensado en Murcia como parte de las Tierras bajas, pero las clasificaciones nunca son blancas o negras. Gracias por tu aportación

  13. VivalaPepsi dijo:

    Hola a todos,

    Antes de contestar, yo quisiera preguntar unas cosas: ¿No estaríamos dilucidando cuál es nuestro idiolecto, más que nuestro dialecto si hablamos de nuestras circunstancias? ¿En la época de Coseriu, no estaba estudiado el concepto de idiolecto? ¿Qué pensaría Coseriu del concepto de idiolecto?

    Resulta que yo he nacido y me he criado a caballo de dos realidades lingüísticas, la catalana (área de Barcelona) y la andaluza. El lugar donde veraneo está en la frontera de Andalucía con Murcia y en época de vacaciones mi dialecto cambia y se parece mucho al de José Mota, porque mi pueblo y el suyo están muy cerca, así que si veis su programa os haréis una idea de las palabras y expresiones usadas. Es más: personajes y aspectos culturales (que es lo que ha hecho el humorista: llevar a la pantalla las realidades de su pueblo) son el reflejo de lo que yo vivo de una manera muy cercana lingüísticamente: la vieja del visillo, que en la televisión es la vieja’l visillo, o expresiones como «ahora vas y lo cascas (es decir, lo hablas, lo chivas; cascar es hablar). etc. son las cosas que yo vivo y veo a diario cuando estoy de vacaciones. Entiendo muy bien que Laura no comprendiera nada de nada si estaba en una realidad como Cádiz, o Granada, porque es realmente lo que pasa: parece otra lengua.

    Una vez volvemos los emigrantes no andaluces a nuestro lugar de nacimiento volvemos a usar el dialecto castellano estandar. En mi caso tiene pocas contaminaciones del catalán, más gramaticales que léxicas. Hace años hice un trabajo del léxico de la región vacacional, que en efecto se presta a la risa si se le sabe sacar partido. Se trata de reírse de uno mismo, las redes sociales son propicias a tal efecto:

  14. ¡Hola!

    Después de pensar bastante sobre mi dialecto, me he dado cuenta de las diversas influencias lingüísticas que he tenido a lo largo de mi vida y supongo que si esta pregunta me la hicieran dentro de unos años podría contestar que mi dialecto es un «popurri» más extenso.
    Como base tengo el dialecto de Barcelona, ya que la mayor parte de mi vida ha transcurrido aquí, pero mis abuelos son andaluces y por tanto parte de mi vocabulario (sobre todo refranes y expresiones típicas) tienen una base andaluza. Además he veraneado cada año en Girona y mi padre vive en Tarragona, aunque creo que eso quizás me ha influenciado más en catalán que en castellano.
    Lo que sí es seguro que vivir un año en Granada, el año pasado, sí que me ha influenciado lingüísticamente; ya que ha habido palabras y expresiones que he adoptado, así como de la gente con la que conviví allí (vascos, mallorquines, madrileños, burgaleses…).

    Aparte de todo esto, pienso lo mismo que el/la compañer@: ¿No deberíamos decir que hablamos de nuestro idolecto en vez de nuestro dialecto?

  15. Gloria y Anaïs, tenéis razón, nos hemos ido desplazando de la idea de dialecto a la de idiolecto, pero es lo que pasa cuando nos movemos en este terreno e intentamos hacer particiones teóricas de hechos naturales y complejos. Hoy comentaremos en clase algo sobre este tema. Muchas gracias por vuestras aportaciones y reflexiones.

  16. Gloria dijo:

    Hola Laura, he leído la definición de idiolecto de «El misterio de las palabas», entonces ¿es preferible hablar de dialecto que de idiolecto o podemos hablar de idiolecto siempre que sea aplicando su significado? Parece que en esa web no aprecian mucho el término de idiolecto. Lo digo para saber qué terminos manejar a la hora de hacer razonamientos sobre la realidad americana. ¿La palabra dialecto o mejor, variación, es la adecuada o la más actual entonces? Lo que se considere correcto depende de la consideración del profesor respecto a los términos, por eso mi duda es ¿podemos articular nuestra redacción en el examen hablando desde el punto de vista de Coseriu o debemos actualizar los términos y hablar de variación o variaciones? Tambén quería preguntar si son válidas las definiciones que ha dado Marina en el post anterior, a mí me han parecido muy buenas pero ¿se pueden usar?

    • Hola Gloria, como dije en clase creo que el idiolecto es la expresión personal del dialecto y este es la expresión de la comunidad de habla. Es un continuum desde la lengua de pertenencia de un grupo, social, geográfico, étnico; hasta lo que habla el individuo y por ello no son conceptos divisibles. En nuestro caso, como hablamos de zonas dialectales de América hablamos de dialectos o variedades, en su acepción más moderna. Pero en los comentarios del blog, como muchos acabaron explicando sus circunstancias lingüísticas personales, nos desplazamos hacia la idea de idiolecto, pero, fíjate, sin dejar de hablar de lo mismo. Las definiciones que dio Marina están muy bien, usa otra terminología a la que usamos en clase, pero define lo mismo (variedades diastráticas, diatópicas y diafásicas, español meridional, español septentrional, etc.)

  17. Gloria dijo:

    Ah, también quería decir respecto al hecho de que José Mota es manchego: sí, él es de Montiel, un pueblecito de la Mancha, muy cerca del mío, que está justo en la intersercción de Andalucía, Murcia y Castilla la Mancha. Otra vez las fronteras lingüísticas no son unívocas. La gracia de verlo en la televisión -y justo el vídeo que ha escogido hoy Laura ha venido muy bien- es que ves en la pantalla satirizada la realidad de lo que vives y, sobre todo, las mismas expresiones. Claro, ver medios serios como la televisión o facebook llenos de expresiones vulgares, propias de la lengua hablada y del mundo rural, tiene mucho encanto. No se sabe por qué la Academia no ve como una variante de prestigio la lengua oral, cuando sigue siendo igualmente enriquecedora.

  18. Kalina dijo:

    Hola a todos,
    La primera vez que me di cuenta de que hasta yo, hablante de español como lengua extranjera, presentaba algunos rasgos específicos de un dialecto de español fue cuando empecé a viajar por España. Mucha gente, sin conocerme, me preguntaba si tenía muchos amigos catalanes, si mis profesores eran catalanes o si llevaba mucho tiempo viviendo en Cataluña. Desde que he empezado a estudiar castellano, he tenido contacto con personas de diferentes partes de España y también de América Latina pero la verdad es que mis profesores de español siempre han sido catalanes (Laura es mi única profesora que habla una otra variedad). Creo que mi caso es bastante curioso ya que dos de mis profesores de español (catalanes bilingües) ahora son unos de mis mejores amigos cuya manera de hablar muchas veces imito. Digo cosas propias del castellano de Cataluña: cuando hablo utilizo palabras catalanas, expresiones catalanas y mi /c,z/ son interdentales. Seseo es un rasgo típico de los extranjeros ya que cuesta pronunciar la consonante interdental . Al viajar por Andalucía también me decían que tenía la /l/ catalana y un acento catalán.
    Soy amante del español, sus variedades me encantan y estoy intentando aprender lo máximo posible sobre la realidad del mundo hispano pero al mismo tiempo me hace mucha ilusión poder identificarme mejor con una variedad específica que hablar una lengua neutra que, muchas veces, es el objetivo de las clases de lengua.
    Saludos,
    Kalina

    • Es muy interesante lo que planteas Kalina acerca de que ni siquiera aprendiendo español como lengua extranjera se está exento de reproducir dialectalismos y esto comprueba la imposibilidad de la lengua estándar como algo realizable, en el vídeo sobre spanglish que vimos en clase una de las contertulias aconsejaba a una madre enseñar español estándar a sus hijos argumentando que era el español que cualquier profesor acreditado podía enseñar, pero incluso en esos casos los alumnos aprenderán también algo de la variedad del profesor siendo imposible que este la oculte por mucho dominio de la norma o intención de neutralidad que se pretenda.

      Gracias por tu contribución!

  19. albert dijo:

    Se puede entender dialecto como el modo de hablar característico de una demarcación geográfica. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta palabra ha adquirido algunas connotaciones peyorativas que, por no estar vinculadas con el estudio de la lengua en algunos casos, serán obviadas en este post.
    Hay dos rasgos importantes para valorar un dialecto, al margen de la situación topográfica: la densidad de la población y la convivencia entre lenguas. La lengua adquiere unos rasgos característicos diferentes, en algunas zonas, por el uso generalizado de algunos términos. La convivencia entre lenguas, cuya relación puede ser de superestrato, adstrato o sustrato, marca el desarrollo de los dialectos de las lenguas que están en contacto.
    Si un criterio se basa, únicamente, en las diferencias existentes dentro de la expresión oral, un dialecto se podría convertir en un idiolecto. Sin embargo, un idiolecto implica, normalmente, una incomprensión en la comunicación (situación anómala entre los hablantes de un dialecto). Si el criterio se establece solo mediante similitudes, se puede considerar que los dialectos del español peninsular son idénticos (conclusión poco acertada). Así pues, considero que es adecuado utilizar un criterio mixto.
    El «yeísmo», el «leísmo» y la pronunciación vocálica, en algunos lugares, son rasgos compartidos por algunos dialectos del español. Asimismo, la fonética muestra que, en algunas zonas, las vocales y los efectos de contacto consonántico producen una pronunciación característica.
    Después de valorar diferentes argumentos, aunque sea someramente, me inclino a pensar que utilizo un dialecto del español de la zona mediterránea. Pero me resulta complicado precisar, con exactitud, un lugar concreto, porque la visión empleada no puede basarse en un criterio absoluto; siempre existen matices.
    Es fácil apreciar la diferencia dialectal de algunos hablantes, según su lugar de origen, pero no resulta posible identificar la procedencia de todos los usuarios de la lengua. En algunas ocasiones, los emisores de la comunicación tienen muy neutralizados sus rasgos fonéticos. En otras situaciones, el receptor de la comunicación carece de la información suficiente, para analizar los datos aportados por el emisor del mensaje. En función del prisma utilizado y del conocimiento de los datos, la opinión dialectal puede variar considerablemente.

    • Albert, estoy de acuerdo contigo en que si se hace una caracterización pormenorizada de todo lo que puede variar en un hablante se cae en una individualización más cercana al idiolecto que al dialecto, pero matizaría el hecho de que el idiolecto implique incomprensión, que la expresión del dialecto pase por filtros personales no quiere decir que los hablantes no se entiendan; por el contrario, si se ven solo las similitudes entre variantes de una lengua se cae en una homogeneización poco recomendable y coincido en que el punto medio estaría más cerca de la realidad (aunque probablemente no sabríamos bien dónde situarlo…), tú mismo defines tu dialecto como español de la zona mediterránea lo cual te une al resto de variedades del español que comparten esa zona, incluidas variantes meridionales que en otro tipo de clasificación se separan de las septentrionales; efectivamente la concepción dialectal varía según el prisma con que se mira

      Gracias por tu participación

  20. Montse Coll dijo:

    Hola Laura:
    Nos dijiste que comentaramos cual creíamos que era nuestro dialecto , pues bien, yo he nacido en Barcelona y siempre he vivido aquí así pues el mio es un español repleto de enormes catalanismos tanto a nivel léxico , como sintáctico incluso ortográfico. Pero creo que este es un camino de ida y vuelta y son ambas lenguas las que se ven afectadas de este hecho.He de decir tambien que no he sido consciente de ellos hasta que no he estado en otras regiones de españa y me han salido mis catalanismos y la comunicación se ha visto entorpecida. A lo largo de los comentarios se ha hecho mención al aspecto peyorativo que recibe el término dialecto . Me gustaría recuperar un enunciado del artículo de Coserius que dice:
    «La palbra dialecto procede del griego…que significa modo de hablar…y a su vez, un derivado del verbo…que significa hablar uno con otro(…)»
    Recuperando este fragmento y enlazandolo con lo que habiá dicho quiero decir que se le da, tal vez, un exceso de importancia a la norma que no deja de ser una recopilación de lo que se habla. Siempre he oido que la lengua es algo vivo y que evoluciona pues tal vez dentro de esta evolución esten los dialectos como estadios que llevan de una norma a otra. Para mi es importante el final del enunciado «hablar uno con otro» ,el fin de una lengua es comunicarse da igual hablar un dialecto u otro, o ni tan si quiera un dialecto sino una varidad ,mientras cumpla el fin que es comunicarse.Al fin y al cabo hablamos dialectos evolucionados de una lengua culta pues nuestras lenguas vienen del latín vulgar más que no del latín culto.

    • Como vimos en clase, el mito de lengua pura nos hace pensar en ocasiones en que ciertas manifestaciones como pueden ser variantes dialectales son una especie de corrupción; y que el español nació en la cuna de oro del latín y que de aquella lengua conserva el estatus cultural y la pureza…Con poco que se revise la Historia de ve lo que comentas el español es hijo del latín vulgar y no fue una lengua de prestigio hasta varios siglos después y sigue sin serlo en algunos contextos, por ejemplo EE UU. Creo que Coseriu recurre a la etimología para desmentir lo negativo del término dialecto que mencionas. Los dialectos como el tuyo nacidos de situaciones de contacto cuentan con características que son de otra lengua, porque las lenguas se prestan elementos para su mejor funcionamiento lo cual no es ningún problema aunque se tachen de contaminaciones, interferencias, y otras palabrejas alarmistas.

      Gracias Montse

  21. Eduardo dijo:

    En primer lugar, me gustaría comentar que no creo mucho en el concepto de dialecto ya que, como bien han dicho ya algunos compañeros, este es fruto del habla de cada persona. A pesar de esto, cabe considerar el hecho de que sí que se comparten muchos rasgos en el habla en determinadas zonas en concreto, por lo que si se tuviera que etiquetar esto de alguna manera, el concepto dialecto es el que mejor se puede ajustar en este momento.

    En mi caso, mi dialecto se corresponde con el que se habla en las Islas Baleares, concretamente en la isla de Menorca. Si tuviera que describir mi dialecto, diría que sobre todo este está bastante influenciado por la lengua catalana, por lo que es común en un hablante nativo menorquín cometer en el habla espontánea expresiones y palabras propias de esta variedad del catalán, el menorquín. Al igual que mi compañera de Ibiza, los menorquines también queremos defender que lo que hablamos no es catalán estándar, sino que es una variedad que difiere en muchos aspectos del catalán estándar. Esto se puede comprobar en el léxico, por ejemplo: el uso del término “al•lot” para referirse a niño; “rallar” para referirse a hablar; “xalar” para referirse a disfrutar; “idò” para referirse a pues… Asimismo también es característico no solo en el menorquín sino en el balear en general el uso del artículo salado: «sa casa», «es cochu», «es chocolati»…

    Algo que me gustaría destacar es un hecho muy curioso que siempre ha llamado mucho la atención a los habitantes de esta isla y principalmente a los visitantes, y es el hecho de que en una isla tan pequeña y de tan pocos habitantes (en relación con otras islas o con las grandes ciudades) haya dos zonas totalmente diferenciadas en cuanto al habla espontánea. Por un lado, en una parte de la isla se habla con una pronunciación muy cerrada y con un léxico característico, mientras que en la punta contraria de la isla se lleva a cabo una pronunciación más abierta, más clara y más entendible, así como el uso de un léxico diferente al de la otra parte de la isla.

    Si esto lo trasladamos al castellano que se habla en la isla, nos damos cuenta de que es un castellano que por ejemplo carece de fenómenos del tipo leísmo, laísmo o loísmo. Como he comentado, lo más común es detectar que en el habla espontánea un hablante pronuncie palabras propias del menorquín, gracias a lo que es más fácil poder identificar y describir este dialecto.

    • Dos pensamientos me sugiere tu comentario: el primero relacionado con la defensa de la lengua propia y el hecho de que no se confunda con el catalán, a veces la reivindicación identitaria de la lengua rechaza la pertenencia a la lengua dominante o lengua de cultura. El segundo en relación a la diversidad dialectal que puede haber en territorios tan pequeños como el tuyo, creo que son casos que ilustran muy bien que lo diatópico no es lo determinante en la cuestión del dialecto o que por lo menos es relativo.

      Gracias Eduardo

  22. Rosa dijo:

    Considero que mi dialecto es el español hablado en Barcelona, y por tanto, influenciado por el catalán. De esta influencia nacen construcciones propias del catalán que utilizo, sin ser consciente muchas veces, a la hora de comunicarme en español oralmente, como por ejemplo «abrir/cerrar la luz», en vez de «encender y apagar», o como por ejemplo «la resta del dinero me lo gasté en..», en vez de «el resto». Asimismo, si en un momento puntual no me sale una palabra en español, automáticamente la digo en catalán (si con la gente con la que me comunico tiene el mismo dialecto que yo y pueden entenderme).
    Me comunico de esta manera tanto con mis amigos como en mi ámbito familiar, y procuro no hacerlo nunca en un ámbito académico (escrito sobre todo), ya que me mentalizo para ello. Con mi padre, la situación es más llevada al extremo ya que hablo con él lo que podría llamarse «catañol»; él nació en Sants y siempre habló catalán en su entorno y le gusta comunicarse en esa lengua, pero es evidente que la situación es la misma; mi catalán también está influenciado del español. Mi madre es de Salamanca, pero mi padre le enseñó el catalán al casarse con él, así que con ella hablo perfectamente como con mis amigos.

    • Parece que si el grado de mezcla o cambio de código es alto, el fenómeno se puede llamar «catañol» una palabra tan incómoda para muchos como «spanglish», por suerte aquí ambas lenguas comparten oficialidad y eso le resta muchísimo conflicto a la situación, aunque entre un andalúz y un catalán haya habido hace menos de un siglo algunas diferencias parecidas a las que hay entre un mejicano y un estadounidense del sur…

      Gracias Rosa

  23. Almudena Marí dijo:

    Hola Laura, en mi caso soy de Ibiza pero mi dialecto no se corresponde con el ibicenco si no con el español. Puesto que mi madre es de Andalucía en mi casa siempre se ha hablado español aunque mi padre fuese ibicenco. Lo sé hablar y lo entiendo pero siempre hablo en español. Solamente hablaba el ibicenco cuando en el colegio me tenía que dirigir a algún profesor. De pequeña lo hablaba más puesto que lo hablaba con mi padre y con mis abuelos pero poco a poco fui perdiendo esta costumbre. Sí que es verdad que utilizo expresiones típicas del ibicenco como es la expresión “ah carai” o “arredefotre”.

  24. Sandra Gómez Quiroga dijo:

    Hola Laura.
    El tema del dialectalismo en español puede dar mucho de sí ya que, solamente en España, encontramos unas cuantas variedades del castellano. La verdad es que nunca me había parado a pensar en cuál es mi dialecto hasta ahora y reflexionando sobre el tema y leyendo los artículos del blog y los comentarios de los compañeros he llegado a la conclusión de que el español estándar es un término totalmente abstracto y que es casi imposible hablar español sin tener ningún tipo de influencia geográfica o cultural.

    En mi caso, he nacido en Barcelona pero mis padres son de Ávila y han vivido varios años en Madrid antes de venir a Barcelona, además, el resto de mis familiares cercanos viven en Madrid y en Ávila. Por tanto, mi dialecto engloba algunos rasgos del catalán y del español que se habla en el centro de la península.

    Cuando realmente me he dado cuenta de la influencia del catalán en mi dialecto ha sido cuando al hablar con mis familiares de Madrid y Ávila hay palabras que desconocen o a las que le dan un significado diferente al mío. Por ejemplo, siempre he utilizado el verbo “*chafardear” convencida de que existía en castellano porque en Barcelona es muy habitual utilizarlo al hacer la traducción sistemática del término catalán “xafardejar”, pero tras ver que la mayoría gente de fuera de Cataluña no sabía qué significaba, lo busqué en el diccionario y no, no existe. El término que se usa en la zona central y, imagino que en el resto de España, es cotillear. Otra de las palabras que suelo utilizar es “rachola”, del catalán “rajola” y que en realidad es “azulejo”. Por supuesto, el clásico “biquini” que aquí es un bocadillo caliente pero que fuera de Cataluña es solamente una prenda de vestir para bañarse y no un sándwich. Otra de las expresiones que aquí utilizo con total normalidad y que en Madrid no se usa es la de “picar al timbre o a la puerta”, allí se utiliza “llamar” y no “picar”. También suelo decir que me he comprado unos “pantalones tejanos” para los jeans, en cambio mis familiares del centro no saben lo que son “pantalones tejanos” porque para ellos son “pantalones vaqueros”. Además, algo que me hace sentir un poco cateta cuando hablo con gente fuera de Cataluña y que es espontáneo en mi y me siento muy rara si no lo digo es el artículo “la” delante de los nombre propios, por ejemplo “la María”, algo que allí está un poco mal visto. No vivo en la misma Barcelona, sino en Santa Coloma y hay una palabra que me resulta bastante curiosa porque creo que solamente la utilizamos en Santa Coloma y en Badalona y es “tusa” para referirnos al autobús.

    Con respecto a la influencia de las raíces abulenses de mis padres y los rasgos del español madrileño, siempre ha habido en mí una horrible tendencia al leísmo, sobre todo de pequeña (hasta que fui consciente de ello y pude corregirlo) y por eso utilizaba frases como: para decir “dame el lápiz”->”dámele”. Esto era lo más normal para mí y de hecho, este es un rasgo incorregible (por mucho que lo haya intentado) en el dialecto de mis padres.

    En resumen, en general mi dialecto está más influenciado por el catalán que por el español hablado en la zona centro de España.

    • Sandra, es muy interesante tu comentario y lo que dices acerca de que hasta que no salimos un poco de nuestro entorno o nos paramos aver cómo hablan los de fuera no somos conscientes de que pertenecemos a una variedad dialectal aunque no sepamos bien dónde ubicarla. Creo que eres un poco dura contigo misma cuando dices que te sientes «un poco cateta» al utilizar el artículo con nombres propios, es verdad que es algo estigmatizado en español, pero no deja de ser un rasgo de influencia de tus lenguas en contacto; y cuando dices que ha habido en ti una «tendencia horrible» al leísmo, siendo una tendencia bastante marcada en el español peninsular. La reflexión acerca del dialecto propio nos pone frente a nuestras diferencias y semejanzas lingüísticas y habrá que aceptarlas como tales.

      Gracias por tu participación

  25. Pilar Gatell dijo:

    Mi uso particular de la lengua, creado a partir de la comunicación con otros hablantes, configura un idiolecto, el mío, siempre cambiante. Una comunidad lingüística hace uso de un sistema recreándolo en cada acto de habla, el conjunto de rasgos generales diferenciadores de esa comunidad, delimitada artificialmente para su estudio, se describe como una variedad dialectal, también en constante mutación. Desde este punto de vista estoy en completo desacuerdo con Albert cuando afirma que «un idiolecto implica, normalmente, una incomprensión en la comunicación» puesto que en el habla sólo se realizan hablas particulares que convergen y divergen en el interior del sistema dado y que no pueden existir aisladas. Así, propio de mi idiolecto será tanto una inflexión particular de la voz en determinadas situaciones, como la palabra ‘chuflo’ (designación familiar de los aerosoles que yo no he escuchado todavía fuera de ese ámbito), como todos los recursos lingüísticos particulares y no particulares que uso al hablar y que, generalmente, no son obstáculo para la intercomprensión sino más bien una serie de datos que mi interlocutor puede decodificar si es hablante de español obteniendo información sobre quién enuncia lo que se enuncia.
    Como pone de relevancia Kalina, la variedad ‘neutra’ no existe como realización sino como construcción teórica. Por el mismo motivo, la construcción teórica es reductible a una definición, mientras que la dificultad en la delimitación de lo que es una variedad (sea social, geográfica, de registro, etc…) se extiende inevitablemente a la de definir el concepto de dialecto; parece que tal definición deberá ser, necesariamente, tan flexible como el sistema mismo. Las delimitaciones lingüísticas, como los hablantes, en virtud de la creatividad de la lengua, son fluidas, cambiantes, sin fronteras estables, un conjunto de posibilidades.Todo esto no implica que no puedan describirse los rasgos propios de una variedad (sea cual fuere) ni que dichos rasgos no sean cambiantes y compartidos con otras variedades.

    Queda dicho esto para salvar la dificultad que implica atender a la propia manera de hablar incluso cuando se trata de hacerlo desde un punto de vista geográfico que ha sido descrito y es que el habla propia no es tampoco homogénea en el transcurso del tiempo y se ve modificada según sea nuestro interlocutor, el tipo de situación en que nos encontremos, lo que queramos conseguir, el ámbito en el nos movamos.
    Así pues, la respuesta espontánea cuando se me pide una descripción de mi dialecto es que es el rioplatense y, si nos atenemos a las zonificaciones dialectales de Argentina para Donni de Mirande (1991) y para Vidal de Battini (1964), pertenece claramente a la ‘región costera o litoral’ (en términos generales desde la mitad sur de la cuenca del Plata hasta la Patagonia) con cuya caracterización mantengo, según creo, la pronunciación alveolar de la /n/ en final de palabra (cosa que vengo a constatar ahora); debilitamiento de la /s/ final de palabra con tendencia a la pérdida (continuamente combatida por el entorno debido a la estigmatización social), la aspiración de la /s/ en posición implosiva (la pronunciación plena está también estigmatizada si no entiendo mal), el ʒeísmo o rehilamiento (que creo vacila entre la realización sonora -herencia paterna- y la realización sorda -materna- sin decidirse finalmente por una u otra). Pero también he ido adoptando, de manera inconsciente, otras pronunciaciones, como ejemplo mi seseo básico nunca sesea la palabra ‘rancio’ cuando la uso como calificativo para usos, costumbres, ideologías o personas.
    En cuanto al uso del voseo, la preferencia por el pretérito perfecto simple frente al compuesto y el léxico (después de 11 años de residencia fuera de la Argentina) conviven, con el tuteo, el uso más habitual del compuesto y elementos corrientes del habla de Barcelona (incluyendo catalanismos léxicos, sintácticos y de entonación), fundamentalmente, pero también con aportaciones diversas entre las que no son menores, tampoco, las literarias o las derivadas del estudio de otras lenguas.
    De viaje en mi ciudad natal sólo después de una semana de trabajo consciente empecé a escuchar que ‘no tenía nada de acento extranjero’, sin embargo, a pesar de que la diversidad adquirida y de que mi manera de hablar está constituida tanto por los elementos más nuevos como por los más viejos, considero que para la pregunta sobre cuál sea mi dialecto la respuesta más atinada sigue siendo ‘el rioplatense’ puesto que es el único que puedo dominar enteramente con una semana de mucho trabajo.

    • Gracias Pilar por este comentario tan matizado con las cuestiones complejas que hacen a la discusión dialectal. Lo que pone de relieve tu reflexión es que la variedad dialectal a la que uno pertenece, incluídas sus dificultades de delimitación, no es permanente ni estable sino que se enriquece con la migración. Cuando mirábamos el mapa de América y las propuestas de delimitación estábamos haciendo trampa en el sentido de que imaginábamos sin darnos cuenta hablantes estáticos dentro de sus fronteras. El tiempo se encargará de dar a luz estudios con los resultados que en la lengua se den a raíz del movimiento migratorio que protagonizamos los argentinos hace alrededor de una década. Al fin y al cabo seguimos el derrotero del cambio, nuestro dialecto rioplatense lo construyeron hace una par de siglos los argentinos mezclados con los inmigrantes.

  26. María Toscano dijo:

    Hola a todos!

    Espero que no sea demasiado tarde para comentar!

    Creo que la definición más acertada de dialecto es la de Ortega que compartió nuestra compañera Nati algunos comentarios más arriba: “Mi dialecto es fruto de mi persona y mi circunstancia”.

    Yo soy de Mar del Plata, una ciudad en la provincia de Buenos Aires a a 400 kilómetros de la capital y ahí hablamos español rioplatense.
    La característica más curiosa que posee mi dialecto es la utilización del lunfardo, este es el nombre bajo el que se denomina al conjunto léxico local. El lunfardo, se extiende a lo largo de toda Argentina en mayor o menor medida.
    Me gustaría encontrar alguna diferencia real que distinga mi forma de hablar de la forma de hablar de los «porteños» (habitantes de la capital), pero realmente no encuentro ninguna diferencia mas que el uso casi abusivo que se hace de los préstamos del inglés en Buenos Aires Capital.

    De todas maneras, yo vivo hace seis años en España y solo utilizo mi dialecto natural con familia y amigos, o sea, en contextos de extrema confianza.
    Diariamente utilizo un dialecto híbrido que tiene bastante léxico coloquial barcelonés y términos normativos que no están muy presentes en mi dialecto, utilizo los pronombres tú y vosotros, en lugar de vos y ustedes y además mi forma de hablar conserva rasgos fonéticos difíciles de cambiar como el seseo y el yeísmo.

    • María, como marplatense comparto contigo la duda sobre qué es exactamente lo que nos diferencia del dialecto porteño, si es que existen reales diferencias o es la voluntad de diferenciarse de lo capitalino, probablemente la respuesta sea de corte sociolingüístico, las variedad urbanas que representan la norma culta de los países suelen estar representadas por perfiles sociolingüísticos bastante marcados aunque Mar del Palta no es precisamente un pueblo.
      Dos aclaraciones, la cita que pones al principio no es de Ortega sino una paráfrasis de Nati a la idea orteguiana del ser «yo soy yo y mi circunstancia». Cuando dices yeísmo creo que quieres decir ʃeísmo, es decir, articulación de las grafías y y ll en /ʃ/.
      Sobre el lunfardo, sería interesante incluirlo en el programa de esta asignatura.

      Gracias!

  27. Takako dijo:

    Hola,

    El español que hablo es el que se usa en Barcelona, que está influido por la lengua de contacto que es el catalán y con influencias de mi lengua materna que es la japonesa.

    Las influencias de la lengua catalana, en mi caso, se observa al nivel de léxico, por ejemplo, el uso del verbo ‘venir’ en lugar de ‘ir’, de ‘lampista’ en lugar de ‘electricista’ o ‘fontanero’ como comenta Nati; al nivel morfológico, el uso del artículo personal, etc.

    Las influencias de la lengua japonesa se traducen, al nivel fonético, en una inestabilidad entre la consonante lateral alveolar y la vibrante simple, y las fricativas dental y alveolar sordas, la vocal ‘u’ y la articulación fuerte de cada sílaba, y a otro nivel, traducción directa de la lengua, como ‘vuelvo una vez a casa’ cuando quiero decir ‘paso por casa’.

    Si el idiolecto es ‘la expresión personal del dialecto y este es la expresión de la comunidad de habla’, para referirme al español que hablo opto por utilizar el término ‘variante del español’, dado que, aunque mi variante es la que se habla en Barcelona, como soy de origen japonés, no sé hasta qué punto podemos hablar del dialecto barcelonés.

    • Ya será difícil hacerse a la idea de otra lengua tan distinta como para pensar en sus dialectos. Gracias por el esfuerzo!

  28. Isabel dijo:

    ¡Hola a todos!
    Si Nati parafraseó a Ortega y Gasset para definir el concepto de dialecto yo la voy a parafrasear a ella, pues me parece muy acertada su propuesta: “mi dialecto es fruto de mi persona y mis circunstancias”. También me gustaría sumarme a lo que han comentado algunos compañeros, que es el fondo lo que dice Nati, la dicotomía dialecto/idiolecto. En mi caso particular es difícil determinar que dialecto hablo pues he vivido en varias ciudades de España y en varios países de Europa, por lo que el dialecto que hablaba de pequeña se ha convertido ahora en un idiolecto bastante particular.
    Hasta que lo hemos empezado a ver en clase nunca antes me había planteado, ni siquiera, el hecho de que hablara un dialecto, para mí estaba bastante claro que durante muchos años había hablado castellano/español con acento andaluz. Los rasgos más característicos de la zona donde nací son la aspiración de la –s final y de la que está situada entre vocal y consonante y la desaparición de la –d en los participios. Estos rasgos característicos los perdí hace bastante tiempo, pero cuando hablo con mi familia los recupero parcialmente. Como conclusión final solo puedo añadir que no sé realmente que dialecto hablo porque el que me corresponde por origen está muy influenciado por el contacto con otras lenguas y con personas de diferentes partes de España.

  29. Milagros dijo:

    Hola a todos, bueno intentaré explicar aunque sea de manera superficial cuál considero que es mi dialecto pero, lo admito, sin tenerlo nada claro y sin haberle dedicado suficiente tiempo de profundización, será más bien una reflexión momentánea sin más sustento que las charlas y lecturas en clase. Yo soy de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires,y considero que mi dialecto podría ser el típico de la zona rioplatense urbana. Logro diferenciarlo solo en aspectos fonéticos y léxicos; primero porque me falta información comparativa con el resto de zonas de mi país y desde luego con el resto de Hispanoamérica. Los rasgos que destaco son el voseo, aunque este rasgo excede considerablemente la zona rioplatense por lo que quizás no debería señalarlo, en Argentina tiene una valoración socio-cultural alta quizás con este matiz podría ser un rasgo determinante pero no me acaba de convencer; otro podría ser el seseo (me ocurre lo mismo que con el voseo) y también el yeísmo con rehilamiento (sigo pensando que es más de lo mismo). En cuanto al léxico, el único referente de oposición que tengo, o que tenía, es el habla de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires de donde son mis padres, es verdad que en este lugar fui consciente por primera vez, siendo niña, que existían diferencias en el uso de ciertas palabras y también descubrí vocabulario nuevo. No obstante, tampoco puedo comprobar que sean usos ligados a una zona o si están relacionados con el ámbito rural, por eso hablaba de dialecto rioplatense “urbano”.

    Por otra parte, no puedo obviar el hecho de que vivo en Cataluña hace más de diez años y, como es lógico, he asimilado ciertos usos lingüísticos que escapan y contradicen hasta cierto punto algunos de los rasgos que acabo de nombrar. Por ejemplo, el voseo lo sustituyo por el tuteo dependiendo el contexto, a nivel léxico he incorporado muchísimas palabras (incluso del catalán) y también he variado semánticamente el uso de algunas. Morfológicamente lo que más noto es el cambio del uso del pasado, de pretérito perfecto simple a compuesto aunque podría citar otros ejemplos como la fluctuación en el uso de los adverbios aquí/acá o allí/allá, etc. Ahora bien, el seseo me resulta imposible de modificar aunque tampoco he hecho ningún esfuerzo en pos de lograrlo y el yeísmo se atenúa un poco resultando un sonido intermedio que no llega a ser una cosa ni otra. Esto siempre en relación con mis interlocutores y con el entorno en el que me encuentro (no es lo mismo cuando hablo con amigos argentinos que viven aquí o con amigos españoles o de otras nacionalidades o con mi familia o mis amigos de allí); cabe aclarar que no son modificaciones meditadas de antemano (me consta que existen casos en que sí lo son) sino que se han dado naturalmente con el paso del tiempo.

    De todo esto, intuyo la idea de que el dialecto no tiene que ver con una zona, una extensión o un ámbito contrapuesto a otro cualquiera sino más bien del consenso de un núcleo bastante reducido de personas; es decir, cada uno y su entorno (o sus entornos) más cotidiano, lo que articula la selección de unos ciertos usos, por causas múltiples, que pueden escapar a cualquier intento de esquematización y que configuran lo que podría llamarse dialecto o cualquier otra cosa o tal vez lo que resulta de esto es lo que llaman idiolecto…. En conclusión, estoy de acuerdo con la célebre frase que introdujo Nati en el debate. Añadiría algo, mi dialecto soy “yo (el otro con el que establezco un canal y ciertos códigos de comunicación relativamente perdurables) y mis circunstancias”; pero siendo así …..¿es posible unificar criterios lingüísticos de delimitación de un dialecto? Creo que sí y también que siempre resultarán insuficientes por muchos motivos que hemos visto en clase, pero también porque no es una cuestión meramente lingüística, se me ocurre pensar en temas como la construcción de la identidad (colectiva pero también la individual), el sentido de pertenencia al grupo, la necesidad y la intensión (o no) de adaptación al medio sobre todo cuando éste varía, incluso en las modas, en los avances tecnológicos, en las ideas o ideologías imperantes, en cuestiones “psicológicas” como lo consciente y lo inconsciente, en la reflexión sobre uno mismo y su posición frente al mundo, etc. Perdón, igual ya es demasiado abstracto, lo dejo…

    • Interesantísima aportación. Todos los factores que mencionas en el último párrafo se nos escapan por no-lingüísticos pero evidentemente son partes de la famosa «circunstancia» de Ortega, tu aportación a la paráfrasis de Nati, pertenece netamente a la pragmática -yo-tú-contexto. Compartimos, las argentinas de este foro, la curiosidad sobre qué nos diferencias dentro de lo rioplatense, María menciona el lunfardo como la característica más peculiar, habría que meditarlo. De momento, muchas gracias.

  30. Después de leer todos los comentarios, sin duda lo que más me ha cautivado es la definición que expuso Nati parafraseando a Ortega y Gasset: «Mi dialecto es fruto de mi persona y mi circunstancia». Pienso que dicha definición da en el clavo por lo menos en lo que a mi respecta.

    Considero que mi dialecto es el español de Barcelona con un único matiz francés y cierta relajación de oclusivas dentales a final de palabras que no sé si me habrá sido inculcada de las raíces andaluzas de mi padre. La coexistencia de dos lenguas tan fuertes en el territorio catalán hace que, aunque me considere hispanohablante, haya adoptado palabras, expresiones y determinados usos del catalán que serían incorrectos en un español normativo. Por ejemplo, tiendo a anteponer el artículo a todo nombre propio. Además, he dejado de banda la interjección clásica de despedida castellana («adiós») y siempre utilizo la expresión catalana («adéu), hecho que me delata si estoy de viaje en cualquier otro punto del territorio español. El matiz francés del que he hablado al principio del párrafo se trata de que he abolido de mi vocabulario la palabra «gracias» y utilizo en la mayoría de situaciones la palabra «merci» pronunciado a la española: [mérsi], rasgo dialectal del que no estoy especialmente orgulloso. En cuanto a la relajación de oclusivas dentales, el ejemplo más claro es que no digo ni [Madrit], ni [Madrid], ni [Madriz], sino [Madrí].

    Más rasgos que delimitan mi dialecto: utilizo la expresión «ir a hacer un café» en lugar del castellano «ir a tomar un café», esto bastante común entre los que vivimos en tierras catalanas. Además, llamo «Borinot» a la típica polilla, pico en lugar de llamar al timbre, «chafardeo» en lugar de cotillear, hago y no doy un paseo, «enchego» el ordenador en vez de encenderlo, una rachola me golpea la cabeza y no una baldosa o azulejo y plego de trabajar.

    Por último, creo que cuando me enfado o me sorprendo utilizo expresiones puramente catalanas entre mis palabras españolas: por ejemplo, digo «Déu n’hi do, ¡Qué frío!», «la mare que em va parir, ¡Qué susto me has dado!», «Mare meva, ¡Qué mujer!» o «Vinga, va, encima querrás que te pida perdón».

    A parte de esto, no sé si esto tiene que ver con mi dialecto, pero teniendo en cuenta la definición de Ortega y Gasset creo que sí, pienso que mi dialecto es un poco chaquetero; cuando salgo de Catalunya por un período más o menos considerable, mi anteposición de artículos a los nombres propios tiende a desaparecer, y si viajo concretamente al sur, tiendo a la imitación, esto es, a la relajación de algunos fonemas.

    Por último (esta vez de verdad), estoy de acuerdo con Milagros en que la pertinencia a un determinado grupo (de amigos, por ejemplo) o la puesta de moda de alguna palabra puede influenciar, y de hecho creo que influye, a nuestro dialecto.

    Xavi.

    • En lo que respecta a lo de la pertinencia a un determinado grupo, dos ejemplos que me ocurrieron por influencia de mi grupo de amigos fue decir «¿Se cata ir al cine?» en lugar de «¿Os hace ir al cine?», o «¡Qué pico!» en lugar de «¡Qué espabilado». Y en cuanto a modas, pienso que «ir de guateque», ser «chupi» o ahora «molar» reflejan esta influencia.

    • Muy interesante su intervención, Xavi.

      Me quedo con dos cosas: los contextos en los que sale una lengua u otra en el caso de los bilingües, siempre me ha llamado la atención, conocí una señora que decía la lengua materna sale cuando uno se enfada o cuando reza (yo agregaría más contextos…) en tu caso, el enfado o la sorpresa. Está claro que la espontaneidad es un buen parámetro para medir el uso de las lenguas.

      La otra, es lo que comentas de la pronunciación de Madrid, se podría trazar un atlas lingüístico de España solo con esa variante. Algo parecido a lo que sucede con fúlbol [fúlbo] [fútbo] [fúpbol] [fúrbol]…

      Una sola aclaración, creo que confundes pertenencia con pertinencia.

      Gracias!

      • Toda la razón en la aclaración, lo latinicé sin saber que lo hacía.

  31. Francisco José Jurado Pérez dijo:

    Buenas!

    En lo que respecta, a las propuestas sobre dialectología que aparecen en los textos de García Mouton y Coseriu, me han parecido interesantes las reflexiones sobre la división entre dialectos mediante criterios que respondan a una diferenciación cultural y geográfica, y no solo lingüística, y la idea de que un dialecto pueda ser considerado una lengua si se delimita independientemente de su relación con otros sistemas lingüísticos y no como un constituyente que forma parte de la noción de lengua histórica.

    Por otra parte, en referencia al dialecto propio, destacaría algunos rasgos personales del dialecto castellano de las islas baleares, de donde soy natural, y más concretamente de la isla de Formentera. En el castellano de las islas hay mucha interferencia lingüística del catalán balear, que en sí mismo está muy diferenciado entre islas, no es el mismo catalán-balear el que se habla en Mallorca y Menorca, que el que se habla en las islas pitiusas, Ibiza y Formentera, ya que el contacto entre hablantes los hablantes de las islas no es tan próximo a causa de la distancia que impone el mar. En el castellano que se habla en Formentera se puede observa el uso de la conjunción adversativa »pero» a final de oración: no me gusta el pollo, aunque comeré un poco »pero»; también hay muy poca tendencia al yeísmo por la influencia de la -l geminada en mi opinión, y como a señalado el compañero de Menorca, hay un uso nulo del leísmo, del laísmo, y del loísmo, y un uso de léxico propio de la variedad catalana de la isla para los trabajos rurales. Cabe destacar también que hay una diferenciación bastante clara entre los hablantes castellanos de lengua materna castellana, y de los que la tienen catalana, que es los que se suelen producir más este tipo de fenómenos, en mi opinión.

    • La cuestión isleña poen de relieve como ninguna otra la fragmentación dialectal, creo que el la condición de isla ayuda a la diferencia, incluso, como dices, en un territorio tan pequeño como el tuyo.
      Gracias por participar

  32. Iris López Gómez dijo:

    Tal como han ido diciendo mis compañeros la idea de dialecto es muy abstracta porque cada uno tiene sus propias variedades.

    Yo he nacido en Barcelona pero toda mi familia es gallega y eso se nota en mi manera de expresarme y en muchas de mis palabras. En mi casa se habla en gallego y desde pequeñas, tanto a mi hermana como a mí, nos han educado en este idioma. Cuando era más pequeña tenía problemas con el catalán, castellano y el gallego ya que mezclaba los tres. A medida que iba creciendo este problema se iba remediando pero aun así hay veces que se me escapan. Uno de estos problemas la tenía cuando conjugaba determinados verbos ya que tendía a hacerlo en gallego; esto me sucedía con verbos que solía utilizar más en casa como: “poñer” en vez de “poner” o “ferver ” para “hervir” etc.

    Con el paso del tiempo lo he ido controlando más. Aunque sigo introduciendo palabras como “lastimar” o expresiones como “cala a boca”. Esto se magnifica las épocas de después de las vacaciones cuando vuelvo del pueblo.
    En conclusión, el hecho que toda mi familia me hable en gallego me influencia bastante, incluso más que el catalán.

  33. gave91 dijo:

    Hola, Laura:

    Como han objetado mis compañeros, hablar de cuál es nuestro dialecto es algo bastante abstracto pues aparte de tener cada uno el nuestro propio, tenemos familiares o amigos de distintas zonas de España (o el resto del mundo) que nos empapan con algunos de sus rasgos.

    En mi caso, mi dialecto es el catalán oriental (o central) ya que he nacido en Barcelona. Aún y así, tengo algunos rasgos por parte de mis padres, nacidos en diferentes zonas de España, que han dejado mella en mi habla:

    Mi padre nació en Córdoba y aunque hace más de cuarenta años que está en Barcelona tiene aspectos de su dialecto que me ha dejado de herencia. Por ejemplo digo mucho “ojú” (característico en toda Andalucía) en vez del “caramba” o “uf” (coloquial) más presente en toda España. Otra palabra es “miaja” en vez de utilizar “poco”. Este mismo término lo utilizo, también, para referirme a las “migas del pan”.
    Además, en algunas ocasiones cuando empleo algunos verbos los acabo con la terminación “ao” (común en Andalucía aunque hoy día es empleada por el 95% de la gente de todas las zonas de España) como “jugao”, “cantao”…

    Mi madre nació en Valladolid aunque desde bien pequeñita vive en Barcelona. Pese a eso, hay algún que otro rasgo que tiene de su ciudad natal que yo misma he adoptado como sería “me estoy calzando” en vez de “me estoy poniendo las botas”.

    Respecto a mis amigos de diferentes zonas he estado pensando y he llegado a la conclusión de que el canario es aquel que ha penetrado más fácil en mi habla ya que digo mucha la palabra (aparte de utilizar la andaluza) “fisquito” para referirme a “poquito” y, a veces, (aunque no demasiado) “fleco” en lugar de “flequillo”.

    Por lo que hace mi dialecto catalán, hay muchas palabras que las he introducido en mi habla castellana sin ningún problema, aunque si que lo es para el resto de variedades que no son de Cataluña o no entienden en catalán. Como ya he leído en algún comentario (parece ser que todos tenemos el mismo problema) utilizo siempre la palabra “rachola” en vez de “baldosa”. Otras serían: “hago un café” en vez de “tomar un café”; “sacarme la ropa” por “quitarme la ropa”; “enchegar” en lugar de “encender”; “no cal” que en castellano equivale a “no hace falta”; “plegar” a las siete de trabajo en vez de “salir”…
    Sinceramente, me ha costado encontrar esta influencia en mi habla ya que empleo términos catalanes con tanta normalidad que pienso que son innatos en toda la lengua española y no es hasta que me ponga a hablar con otra persona de fuera que me doy cuenta de que eso eso no es así.

    En conclusión, creo que mi dialecto es muy variado y lo seguirá siendo a lo largo de mi vida, pues a medida que vaya conociendo a gente de más variedades estoy segura que acabaré incorporándolas en mi habla y, por tanto, y acabaré haciendo un “popurri” de todas las diferentes hablas del español.

    Lídia

  34. Lídia dijo:

    En conclusión, creo que mi dialecto es muy variado y lo seguirá siendo a lo largo de mi vida, pues a medida que vaya conociendo a gente de más variedades estoy segura que acabaré incorporándolas en mi habla y, por tanto, y acabaré haciendo un “popurri” de todas las diferentes hablas del español.

    Lídia

  35. Lídia dijo:

    Uy, vuelvo a copiar el comentario que no sé por qué no ha salido entero:

    _________________________________________

    Hola, Laura:

    Como han objetado mis compañeros, hablar de cuál es nuestro dialecto es algo bastante abstracto pues aparte de tener cada uno el nuestro propio, tenemos familiares o amigos de distintas zonas de España (o el resto del mundo) que nos empapan con algunos de sus rasgos.
    En mi caso, mi dialecto es el catalán oriental (o central) ya que he nacido en Barcelona. Aún y así, tengo algunos rasgos por parte de mis padres, nacidos en diferentes zonas de España, que han dejado mella en mi habla:
    Mi padre nació en Córdoba y aunque hace más de cuarenta años que está en Barcelona tiene aspectos de su dialecto que me ha dejado de herencia. Por ejemplo digo mucho “ojú” (característico en toda Andalucía) en vez del “caramba” o “uf” (coloquial) más presente en toda España. Otra palabra es “miaja” en vez de utilizar “poco”. Este mismo término lo utilizo, también, para referirme a las “migas del pan”.
    Además, en algunas ocasiones cuando empleo algunos verbos los acabo con la terminación “ao” (común en Andalucía aunque hoy día es empleada por el 95% de la gente de todas las zonas de España) como “jugao”, “cantao”…
    Mi madre nació en Valladolid aunque desde bien pequeñita vive en Barcelona. Pese a eso, hay algún que otro rasgo que tiene de su ciudad natal que yo misma he adoptado como sería “me estoy calzando” en vez de “me estoy poniendo las botas”.
    Respecto a mis amigos de diferentes zonas he estado pensando y he llegado a la conclusión de que el canario es aquel que ha penetrado más fácil en mi habla ya que digo mucha la palabra (aparte de utilizar la andaluza) “fisquito” para referirme a “poquito” y, a veces, (aunque no demasiado) “fleco” en lugar de “flequillo”.

    Por lo que hace mi dialecto catalán, hay muchas palabras que las he introducido en mi habla castellana sin ningún problema, aunque si que lo es para el resto de variedades que no son de Cataluña o no entienden en catalán. Como ya he leído en algún comentario (parece ser que todos tenemos el mismo problema) utilizo siempre la palabra “rachola” en vez de “baldosa”. Otras serían: “hago un café” en vez de “tomar un café”; “sacarme la ropa” por “quitarme la ropa”; “enchegar” en lugar de “encender”; “no cal” que en castellano equivale a “no hace falta”; “plegar” a las siete de trabajo en vez de “salir”…
    Sinceramente, me ha costado encontrar esta influencia en mi habla ya que empleo términos catalanes con tanta normalidad que pienso que son innatos en toda la lengua española y no es hasta que me ponga a hablar con otra persona de fuera que me doy cuenta de que eso eso no es así.

    En conclusión, creo que mi dialecto es muy variado y lo seguirá siendo a lo largo de mi vida, pues a medida que vaya conociendo a gente de más variedades estoy segura que acabaré incorporándolas en mi habla y, por tanto, y acabaré haciendo un “popurri” de todas las diferentes hablas del español.

    Lídia

  36. Anna Ratkowska dijo:

    Hola a todos,
    teniendo en cuenta que soy Polaca y apenas hace cuatro años que llevo en España, me resulta difícil responder cual es mi dialecto. Creo que mi dialecto es el español hablado en Barcelona, aunque a veces introduzco alguna palabra en catalán. Pero no es algo muy frecuente puesto que la gente que conozco incluso mi novio me hablan en castellano, así que el castellano que hablo no está muy repleto de catalanismos. Lo siento por haber contestado tan corto y no haber aportado algo más al tema tan interesante y polémico. Sin embargo, me alegro mucho de que la profesora nos ha propuesto este trabajo, ya que este me ha hecho reflexionar sobre dialectos que hay en mi país y posible dialecto que hablo yo.
    Me gustaría añadir una mínima información sobre división dialectal en Polonia a pesar de que no responde a la pregunta que nos ha hecho la profesora. El territorio linguístico polaco se ha dividido tradicionalmente en cinco grandes zonas dialectales, correspondientes a las regiones histórico-geográficas de Malopolska, Wielkopolska, Mazowsze, Slask(Silesia) y Kaszuby. Esta división no incluye los territorios en el oeste y el norte que fueron ganados a los alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial y que estaban poblados por los llamados hablantes de «nuevos dialectos mezclados» creados como resultado de los movimientos de población de la postguerra. Lo que muchos linguistas polacos entienden como un dialecto polaco en la región de Kaszuby se ve fuera de Polonia como una lengua separada denominada Kaszubio. Aquí lo dejo ya que sería hablar mucho de lo que no corresponde.

  37. Lara dijo:

    Hola a todos,
    He leído vuestros comentarios y me parecen muy interesantes. Yo también estoy de acuerdo con la frase de Ortega. “mi dialecto es fruto de mi persona y mi circunstancia” y por lo tanto, como bien dice Nati: “Mi dialecto es fruto de mi historia personal”. Una prueba de ello es que muchos de vosotros para poder definir vuestro dialecto habéis tenido que contar dónde nacisteis, de dónde son vuestros padres, de qué países/regiones/ ciudades o pueblos son vuestros amigos, vuestro nivel cultural, dónde vivís y habéis vivido, qué idiomas habláis y entendéis, etc. En resumen, una descripción de todas las influencias que hacen que vuestra/ nuestra lengua sea particular y única. Y una parte de todo ello se basa en nuestra elección personal, como dice Nati: “Todo lo que hemos querido recoger o rechazar”. Hemos podido observar en los comentarios que cruzar la línea entre dialecto e idiolecto ha sido inevitable y me quedo con el comentario que Laura le hace a Gloria de: “el idiolecto es la expresión personal del dialecto y este es la expresión de la comunidad de habla. Es un continuum desde la lengua de pertenecía de un grupo, social, geográfico, étnico; hasta lo que habla el individuo y por ello no son conceptos divisibles” ya que me parece la interpretación más propia para ambas ideas.
    Me cuesta mucho definir cuál es mi dialecto pero estoy segura de que el hecho de ser bilingüe me influye enormemente consciente e inconscientemente y digo inconscientemente porque aunque intento corregir mis catalanismos siempre se nos “cuela” alguna expresión la cual tenemos tan arraigada que no sabemos diferenciar de dónde procede. Hace unos días hablando con mi madre le dije: -“de mientras” que tú haces esto yo voy a prepararme algo de cenar- y ella me dijo: ¿de mientras? ¿No querrás decir mientras tanto? Buffff me quedé realmente en estado de shock y tuve que consultarlo con el diccionario para entender de dónde partía mi error (mi elección personal va a ser corregirlo pero podría no hacerlo). Por supuesto, cuando le dices a un camarero que te está sirviendo la sopa “prou” varias veces y te llena el plato hasta rebosar, te das cuenta que no te entiende pero sabes perfectamente que estás usando “involuntariamente” una palabra catalana y digo involuntariamente porque sabemos perfectamente que “prou” es “basta” en español pero hay una parte de inconsciencia que va un poco por libre.
    Dejando de lado el bilingüismo, mi dialecto es, probablemente, el español de la zona mediterránea como dice Albert y si quiero matizar más me veo obligada, al igual que mis compañeros, a contar parte de mi historia y hacer un punto y seguido que me lleva directa a definir mi idiolecto. Como esta no era la pregunta del debate y creo que ya me he extendido suficiente, mi larga, intensa e interesante vida la dejaremos para otra ocasión 😉
    Gracias por leerme y perdón a todos por la demora.
    Lara

  38. Lara dijo:

    Hola a todos,
    He leído vuestros comentarios y me parecen muy interesantes. Yo también estoy de acuerdo con la frase de Ortega. “mi dialecto es fruto de mi persona y mi circunstancia” y por lo tanto, como bien dice Nati: “Mi dialecto es fruto de mi historia personal”. Una prueba de ello es que muchos de vosotros para poder definir vuestro dialecto habéis tenido que contar dónde nacisteis, de dónde son vuestros padres, de qué países/regiones/ ciudades o pueblos son vuestros amigos, vuestro nivel cultural, dónde vivís y habéis vivido, qué idiomas habláis y entendéis, etc. En resumen, una descripción de todas las influencias que hacen que vuestra/ nuestra lengua sea particular y única. Y una parte de todo ello se basa en nuestra elección personal, como dice Nati: “Todo lo que hemos querido recoger o rechazar”. Hemos podido observar en los comentarios que cruzar la línea entre dialecto o idiolecto ha sido inevitable y me quedo con el comentario que Laura le hace a Gloria de: “el idiolecto es la expresión personal del dialecto y este es la expresión de la comunidad de habla. Es un continuum desde la lengua de pertenecía de un grupo, social, geográfico, étnico; hasta lo que habla el individuo y por ello no son conceptos divisibles” ya que me parece la interpretación más propia para ambas ideas.
    Me cuesta mucho definir cuál es mi dialecto pero estoy segura de que el hecho de ser bilingüe me influye enormemente consciente e inconscientemente y digo inconscientemente porque aunque intento corregir mis catalanismos siempre se nos “cuela” alguna expresión la cual tenemos tan arraigada que no sabemos diferenciar de dónde procede. Hace unos días hablando con mi madre le dije: -“de mientras” que tú haces esto yo voy a prepararme algo de cenar- y ella me dijo: ¿de mientras? ¿No querrás decir mientras tanto? Buffff me quedé realmente en estado de shock y tuve que consultarlo con el diccionario para entender de dónde partía mi error (mi elección personal va a ser corregirlo pero podría no hacerlo). Por supuesto, cuando le dices a un camarero que te está sirviendo la sopa “prou” varias veces y te llena el plato hasta rebosar, te das cuenta que no te entiende pero sabes perfectamente que estás usando “involuntariamente” una palabra catalana y digo involuntariamente porque sabemos perfectamente que “prou” es “basta” en español pero hay una parte de inconsciencia que va un poco por libre.
    Dejando de lado el bilingüismo, mi dialecto es, probablemente, el español de la zona mediterránea como dice Albert y si quiero matizar más me veo obligada, al igual que mis compañeros, a contar parte de mi historia y hacer un punto y seguido que me lleva directa a definir mi idiolecto. Como esta no era la pregunta del debate y creo que ya me he extendido suficiente, mi larga, intensa e interesante vida la dejaremos para otra ocasión 😉
    Gracias por leerme y perdón a todos por la demora.
    Lara

  39. Edna Muñoz Martí dijo:

    Buenas tardes,

    En primer lugar, tomando en cuenta la distinción entre dos grandes dialectos del catalán que estableció el filólogo Milà i Fontanals: el catalán oriental y el catalán occidental, podría decir que mi catalán contiene rasgos de ambos dialectos. Mi habla es el fruto de la mezcolanza del catalán “berceloní” de mi padre y del valenciano de mi madre, aunque también puedo utilizar la variedad diafásica normativa del catalán y la del valenciano si la ocasión lo requiere. Pero si tuviera que escoger un dialecto como propio, mi lengua materna sería el valenciano y por este motivo explicaré algunos de los rasgos generales de este dialecto.

    Entre las características fonéticas más relevantes del valenciano destaca el diptongo decreciente [uj] que se suele pronunciar [wí], “cuit” (cocido) se pronuncia [kwít]. En muchos casos se pierde la “-d-“ intervocálica, sobre todo, en los sufijos “-ada” y “-ador”: “ballador” (bailarín) se realiza [bayaór]. Cuando el grupo “bl” va entre vocales la “b” se articula fricativa: “culpable” se realiza [kulpávle]. Normalmente se pronuncia la última consonante de los grupos de final de palabra “-nt”, “-nd”, “-lt”, “-ld”, “-ng” y “-nc”: “decent” (decente) se articula [desént]. Generalmente la “r” de final de palabra no se enmudece: “paper” (papel) se realiza [papér]. La labiodental se distingue de la /b/ bilabial en la mayor parte del territorio valenciano: “venir” se pronuncia [venír].

    En el ámbito morfosintáctico se utiliza el artículo determinado el/la/els/les. Los nombres de persona a diferencia del catalán oriental no llevan artículo personal: Ha vingut María (Ha venido María). Las formas de los posesivos son meu/meua/teu/teua, alternadas con mon/ma/ton/ta, son/sa: la meua bufanda (mi bufanda), ta casa (tu casa). Se utilizan los demostrativos este/esta, eixe/eixa, aquell/aquella: este home (este hombre), eixa finestra (esa ventana). La primera persona del singular del presente de indicativo acaba en “- e”: Jo deixe (yo dejo), jo mire (yo miro). El imperfecto de subjuntivo se hace con la desinencia “-ara”, “-era”, “-ira”: jo saltara (yo saltara), tu begueres (tú bebieras), ells dormiren (ellos durmieran). Las combinaciones de los pronombres débiles de tercera persona en función de CI + CD son: li’l, li la, els el, els la, li’n, li ho: li la donarem, li’l farà. La preposición “amb” en catalán oriental pasa a ser “en” en catalán occidental: Ve en nosaltres: (Viene con nosotros).

    Para acabar, en el ámbito léxico se utilizan muchos diminutivos que acostumbran a substituir al adjetivo primitivo: “xicotet”/“xicotiu” (pequeñito). Además, el valenciano tiene algunas particularidades léxicas como, por ejemplo, palabras propias: “creïlla” (patata), “eixir” (salir), “vesprada”/“poqueta nit” (atardecer). También tiene en su léxico cambios semánticos “coent” (cursi), “escurar” (lavar los platos), “banyar” (mojar) y entre su léxico también podemos encontrar algunos arabismos: “rabera” (rebaño), “dacsa” (maíz) y “sitara” (pared).

    Edna Muñoz Martí

  40. Cristina Valera dijo:

    Hola a todos,
    Para hablar de mi dialecto, tengo que decir que he nacido y vivido siempre en Barcelona, pero el hecho de que mi padre sea andalúz y mi madre extremeña ha hecho que dentro de mi vocabulario tenga expresiones o palabras típicas de las dos zonas.
    En cuanto a la pronunciación, creo que aunque siempre he hablado en castellano, el catalán lo tengo marcado, porque siempre allá a donde he ido me han reconocido como catalana, supongo que será por la pronunciación velar de la – l -, y por utilizar el artículo delante de los nombres propios, rasgo que aunque he intentado corregir mil veces, creo que todavía fallo en la forma hablada. A lo que se refiere al vocabulario, tengo que decir que o no soy consciente o considero que no uso expresiones propias del catalán, alguna vez he usado el “cal” en vez de “hace falta”, pero poco más.
    Se podría decir, que debido a mis largas estancias en Extremadura durante el verano y al contacto con mis familiares, he incluido en mi vocabulario muchas expresiones de allí, como por ejemplo decir “muchacho” o “chacho” en vez de “chico”, pronunciar “jarto” en vez de “harto”, decir “ancá María” para decir que vamos “a casa de María”, como también decir “dame un cacho de pan” en vez de “dame un trozo de pan”.
    Y a lo que se refiere a las raíces de mi padre, aunque no haya ido mucho a Andalucía, el mero hecho de convivir con alguien que habla ese dialecto ha hecho que algunas palabras las incorpore en mi vocabulario sin ser consciente de ello, como por ejemplo expresiones del tipo “¡ojú!” o “¡qué caló ase miarma!”

  41. Jessy dijo:

    Hola a todos,
    Aunque este tema ya se comentó a principio de este cuatrimestre (espero que no sea tarde aún para comentarlo), me gustaría intentar explicar cuál es el dialecto que considero que hablo, aunque, sinceramente, es algo difuso…
    Para hablar de mi dialecto, tengo que decir que he nacido y vivido siempre en Ibiza, hasta hace cuatro años que decidí venirme a estudiar a Barcelona. Soy ibicenca aunque mis padres no soy de allí y no hablan el dialecto ibicenco; mi padre es de Andalucía y mi madre de Madrid. Aunque a simple vista pueda parecer que mi habla pueda verse influenciada por los dialectos de estos dos lugares, no es así. Ya que llevan toda la vida viviendo en Ibiza y han ido perdido poco a poco los rasgos característicos de dichos dialectos. Así que, puedo decir que de mis padres he adquirido el castellano como lengua materna Además, mi pareja, que también es ibicenco, tiene padre ibicenco y madre valenciana y eso hace que hable una mezcla entre los dialectos. Con esto quiero decir, que dentro de mi habla hay expresiones o palabras típicas de varias zonas, ya sea del ibicenco, del valenciano o del catalán, aprendido en la escuela.
    En cuanto a mi dialecto es algo abstracto, no sabría definirlo bien bien porque comparto de cada uno de ellos algún rasgo y que poco a poco lo he ido introduciendo en mi habla. Siempre he hablado en castellano, aunque el ibicenco lo tengo marcado ya que hay ocasiones que no soy consciente y digo palabras en ibicenco o simplemente, en determinados momentos, no me salen algunas palabras concretas del castellano y las digo en ibicenco, como por ejemplo la palabra “rajola” en vez de “baldosa” o “clavaguera” en vez de “cloaca, o “algarrover” en vez de “algarrobo”. Otra sería “casoges” en vez de “cosquillas”. De este dialecto, he introducido el artículo salado “sa” o “es” en vez de “la o el”.
    Por lo que hace al valenciano, he adquirido bastante vocabulario durante muchos años. Una expresión que utilizo muy a menudo es “mone” muy característico de la ciudad de Castellón, que significa “vamos”, o “cha”,que sería como decir “venga, va hombre” o “si si claro”. O “xicuela o xicuelo” que hace referencia a un adolescente. Otra expresión que también utilizo mucho es “vine açi”, que significa “ven aquí” o “aço”, que es “esto”, o “a fer la mà”, cuando queremos decir, “vete por ahí”, entre otras.
    Y respecto al catalán, es el catalán central, el que nos han enseñado desde pequeños en la escuela ya que en Ibiza no se estudia ibicenco, sino catalán.
    En conclusión, me ha costado encontrar esta influencia en mi habla ya que empleo términos muy diversos y que he ido introduciendo a lo largo de los años. Como ha dicho una compañera anteriormente, acabaré haciendo un “popurrí” de todas las diferentes hablas.

  42. Jennifer Martin dijo:

    Hola a todos!!

    Pese a que este tema esta ya más que cerrado espero que no sea tarde para aportar mi comentario.

    Para intentar definir cual creo que es mi dialecto debo hacer un inciso antes y comentar que yo vengo de Andorra, que está en contacto con la frontera francesa y tiene una abundante población portuguesa, y además estudié en un liceo francés. Pese a que los idiomas oficiales de allí son el catalán, el castellano y el francés, tengo que decir que el catalán no se toca prácticamente para nada, (únicamente para cosas oficiales pero en la calle lo cierto es que a penas se oye), así que durante un gran periodo de tiempo prácticamente el catalán no lo toque mucho. Por otro lado, a los 14 me mudé un poquito más a bajo, a La Seu d’Urgell, que ya pertenece al territorio de Lleida. Y allí solo se habla (prácticamente) el catalán, ni francés, ni portugués, ni castellano a penas, incluso entre los más jóvenes. (Cuesta creerlo pero parecen dos mundos distintos y están a tan solo 10 km)

    A la hora de definir mi dialecto, y con esta información previa, creo que tengo, como bien dice mi compañera Jessy, un mezcla de todo, pero estos últimos años he adquirido una importante influencia del catalán que no se puede negar, construcciones como «hacer el café» vienen influenciadas claramente del catalán y, pese a que intento separar el castellano del catalán, cada vez me cuesta más. Pero lo que más destacaría es el intercambio entre frases castellanas y catalanas, que yo personalmente intento evitar pero es que a veces ya no sabes si el discurso era en castellano y se te ha colado un elemento catalán o si es al revés, el estado de bilingüismo es tan palpable que creo que se está difuminando la frontera.

    Quiero remarcar también la influencia que me ha quedado del portugués en el plano fónico: tiendo a relajar las «s» finales cuando la palabra siguiente empieza por vocal, es algo que encuentro curioso porque solo lo escucho en Andorra y, concretamente, en amigos portugueses y a mi a veces también se me escapa.

    Del francés ya casi he perdido todas las influencias que tenía porque no lo hablo a penas, se me han quedado expresiones muy básicas que sigo utilizando porque es una de mis lenguas maternas, como curiosidad: cuando me enfado lo suelo hacer en francés, por ejemplo. Otra curiosidad que he ido notando con los años y que me han ido comentando amigos de fuera de Cataluña es que dicen notar en mi una forma de expresarme, en el tono de voz y, sobretodo, en la pronunciación que les parecía no ser de aquí. Cuando les comentaba que el francés era una de mis lenguas maternas decían entenderlo, la verdad es que yo no lo he notado hasta que no me lo han dicho pero quizás sí que sigo teniendo algún rasgo, en mi dialecto, del francés.

    Para finalizar, decir que me parece realmente fantástico que una persona pueda cambiar de registro del catalán al castellano, del castellano al francés, etc. Con tanta facilidad, creo que aporta mucha riqueza al habla de cada uno y a su expresión y hay que aprender a usar bien ese contacto entre lenguas. Aquí, en Barcelona, tenemos la suerte de poder contar con esa proximidad del catalán y castellano y me parece que, en lugar de aprovecharlo, estamos más ensimismados en iniciar disputas por el predominio de una u otra que considero poco productivas porque al fin y al cabo la influencia es de una hacia la otra de forma prácticamente equiparable sino igualitaria, y deberíamos de luchar por la supervivencia de ambas y no machacar/defender a una u otra con criterios estrictamente políticos que poco tienen que ver con lo que sucede en la calle hoy en día, y es que ambas lenguas tienen, prácticamente, la misma frecuencia de uso aquí, por mucho que fuera de Cataluña el castellano sea quien predomine de las dos.

    Un saludo!!

  43. Abigail Bautista dijo:

    Hola,

    Yo también espero que no sea demasiado tarde para participar.

    Estoy de acuerdo con nuestra compañera Jennifer puesto que opino que es fenomenal poder cambiar de idioma con rapidez y facilidad y veo un tanto absurdo que, en países que tienen la suerte de tener varios idiomas oficiales los ciudadanos o las instituciones se peleen por tratar de defender unas u otras lenguas.
    Una cosa es velar por la supervivencia y el uso activo de una determinada lengua y otra muy diferente es usar un idioma como herramienta o excusa para decidir que en una determinada zona se debe de hablar exclusivamente un idioma en determinados casos.
    Yo soy profesora de español para extranjeros y en ocasiones mis alumnos me han explicado que algunas personas les responden en catalán, la verdad es que no entiendo la tozudez de algunos cuando se aferran a responder en catalán. Nací en Barcelona, me encantan ambos idiomas y uso uno u otro según las necesidades comunicativas de cada momento. Además, creo que tenemos la suerte de vivir en un territorio bilingüe, así que todos deberíamos de cambiar de registro según las circunstancias en las que nos encontremos.

    Por lo que se refiere al tema del dialecto creo que sí que existe una variedad del español en Cataluña, pero al mismo tiempo pienso que también depende de la edad de cada individuo, su lengua materna y el uso o la frecuencia con la que opten por el catalán en sus intervenciones comunicativas.

    A nivel fonético, aquí en Cataluña tendemos a pronunciar la -d a final de palabra por influencia del catalán. O bien, frecuentemente articulamos la «s» como sonora, por ejemplo entre vocales. En el plano morfológico, aunque me cueste admitirlo, yo muchas veces digo «ves» en vez de «ve», sé que el imperativo es sin «s», pero a veces cometo ese error. Bueno, tal vez no se trate de un «error» sino del resultado del contacto entre lenguas. O también el hecho de poner artículo determinado antes del nombre de una persona: «¿Quién viene? ¿El Dani?». Tal vez no sea por causa del contacto entre el catalán y el español, pero es algo que oigo habitualmente. Aquí es muy frecuente escuchar la expresión: «hacer un café» o decir «adéu» o «déu» para despedirse aunque toda la conversación haya transcurrido en español o dar las gracias con un «merci» algo muy común en la lengua catalana.

    Yo realizo con frecuencia algunos de los ejemplos que acabo de mencionar, por eso definiría mi dialecto como una variedad del español que se realiza en territorios de habla catalana y como el catalán también tiene sus respectivos dialectos seguramente en determinadas zonas se darán más unos fenómenos que otros.

Replica a lauramenna Cancelar la respuesta